6 de junio de 2009
Cazadora en trance. Amelia Biagioni ( 1916-2000- Argentina)
Dentro del panorama de la poesía argentina contemporánea, Amelia Biagioni aparece como una de las figuras más atractiva y enigmáticas, en virtud de su capacidad de ampliar el alcance y transformar los rasgos característicos de su poesía. La obra de Biagioni comprende seis libros de poesía y un largo o poema póstumo publicado en La Nación a dos semanas de su muerte. Escasísimos textos suyos quedan fuera del conjunto señalado, lo que da cuenta, por un lado, de su negativa a participar de grupos literarios consolidados y, por ende, de sus publicaciones periódicas; y, por otro, del cuidadoso proceso de selección que precedió a la difusión de su obra. De hecho, y a modo de confirmación de esta última hipótesis, es preciso subrayar que la obra de Biagioni resulta casi magra si la comparamos con la de algunos de sus contemporáneos, sobre todo teniendo en cuenta que su trayectoria abarca casi cincuenta años. Sin embargo, el tiempo que media entre libro y libro son causa y consecuencia de uno de los rasgos más evidentes y originales de su producción: la ruptura y la experimentación constantes. Allegada en sus inicios al neorromanticismo posterior al cuarenta, coetánea del surrealismo y del invencionismo -vertientes con las que, a pesar de las diferencias inzanjables, es factible percibir cierto «aire de familia»-, en las antípodas del objetivismo, del nacionalismo y de la poesía social y comprometida -si consideramos estos rótulos en sentido estricto-, la producción poética de Amelia Biagioni se resiste a las categorizaciones de la crítica que, por otra parte y salvo raras excepciones, no se ha detenido a profundizar en esta trayectoria peculiar y de alcances tan inusitados. Según comentó el poeta Enrique requeni, Biagioni Alguna vez confesó que concebía el poema como una forma de plegaria. Obras: Sonata de Soledad, la llave , Las cacerías, Estaciones de Van Gogh, Primera Antología poética.
La ventana
Procura vivir de suerte
que al final de la partida,
saques de la muerte vida.
(Anónimo)
Una ventana y nada más quisiera,
un fervoroso prólogo del vuelo,
que me instara a subir, con el modelo
de lo que se remonta en primavera.
Me bastaría sólo esa ligera
interrupción de muro y desconsuelo
para desvanecerme por el cielo
clara, sonora, libre, verdadera.
De tanto que la sueño, una mañana
encontraré en mi cuarto a la ventana
llamándome con luminoso grito.
Desde que se abra, viviré de suerte
que me sorprenda el plomo de la muerte
volando en mi retazo infinito.
Fulgurante anestesia
El gran rubí dolor-oh místico-
me atregua levitando verde y lejos
sobre el tiempo de las caléndulas
respiro el Häendel aleluya
entre cómplices fluye azul mi cuerpo
sin orillas por un cauce sin fondo.
Revestido de enigma blanco
señor de élan sabiduría y artroscopio
llega Hipócrates
hunde la vara de videncia
en el nudo del alma sangre y carpo
donde empieza mi mano escriba
y en la pantalla dicho con mi letra
de ignoto lumen centelleante,
desapareciendo surge el tácito Poema.
Decir
Cuando recibo una palabra inesperada
la retengo y vigilo sus diferentes porvenires
hasta que alguno e ellos
de pronto se recuerda se incorpora
y no hay palabra ya
sino un gran viento que me empuña.
León
No importa si la pálida mujer
que en su torre escribe
amontona palabras tibias.
Cuando duerme
de un rojo salto
la arrebato y enciendo
la llevo a su selva
le infundo mi dinastía
y la obligo a reinar,
a avanzar segura y espléndida
a apresar bravamente
las palabras amantes o guerreras
y a desdeñar las otras.
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3 comentarios:
Una excelente elección, no oplvidar a las grandes voces. Un saludo, Silvia de
Celina Mourelle
Gracias por traer a esta extraordinaria creadora. Un placer leerla.
Abrazos,
Jeniffer
soy su sobrina, obviamente, un placer para mí leer su obra.
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