No perdono a la muerte distraída. *
Su mueca indecisa.
Arrebujada, la imagino en un goteante tren sin ruido. Quizás empujada por el viento.En gárgolas humeantes.
Un andrajo de insomnios y alaridos.
Un lago oscuro de suicidas.
Muerte bendecida por la cruz de lucifer.
Ella y el Chacal compartían su caldo de miserias.
Los vieron fornicar entre arenas, rondas de dagas y desolladas rocas.
¿Oyen el llanto de la piedad? ¿Oyen los conjuros de rondas y palomas?
¿Oyen los corazones temblorosos de los compañeritos?
¿Aún ríe el traficante de destinos?
No habrá círculo en el infierno para el Amante de la Muerte.
No habrá coros.
Ni alcobas de infancia.
Ni canción de mujer.
Estaremos la gente de mi raza. Exorcizando las máquinas de fuego.
Los compañeritos con sus desnudos ojos, miran al Chacal ahogándose en el limo de su historia.
Con una corona de fuego salvaje danzará la Memoria.
Treintamil rondas/ treintamil pétalos/ treintamil cantos/ treintamil huellas se abrirán en el aire y caerán treintamil gotas conjugando al Chacal y su aliento de tortura.
- verso de Miguel Hernadez
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