1 de julio de 2009

Poemas de Silvia Loustau - De Astrolabios ( II)




II


Los pájaros trazaban altos círculos y arcos en el aire. Algunos volaban raudos por los surcos del viento marino, giraban y se deslizaban por ellos, como si fueran un solo cuerpo cortado en hilos. Como una red caían al descender sobre el perfume de los tilos. Un pájaro voló solitario y se posó en una blanca estaca. Abrió las alas y las volvió cerrar.
En el jardín habían caído algunos pétalos. Reposaban sobre la tierra, ahuecados como cuencos. Una hoja muerta corría y luego se detenía, cansada, apoyada en un tallo. Por todas las flores pasaba la misma onda de luz, en un repentino estremecimiento y esplendor, como si un ala de plata hubiese cortado el verde cristal de un lago. De vez en vez, un soplo rasante e imperioso agitaba arriba y abajo multudinarias hojas, y, cuando el soplo comenzaba a extinguirse, cada hoja recobraba su identidad.

IV

El tiempo es un soleado prado donde baila una luz, el tiempo, que es tan ancho y llano como una playa al amanecer, comienza a formar una pendiente. El tiempo se adelgaza hasta formar un punto .Como la gota que cae del vaso y forma un denso sedimento, cae el tiempo. Estos son los verdaderos ciclos, estos son los verdaderos acontecimientos.
Entonces, como si toda la luminosidad, se retirara, veo, desnudos, los hechos de los días.

VII

Se despierta el día. Guarda sus joyas nocturnas en su corazón de fuego.
La luz dirige sus dedos hacía la ciudad dormida.
Los lomos de las olas respiran, se arrojan, en un mudo canto, sobre la playa. Vuela la espuma pulverizada y las aguas lamen las rocas y las tablas grises, abandonadas.
Poco a poco todo despierta. La luz empuja las sombras contra contra los rincones, quedan replegadas e inescrutables.
¿Dónde huye la Sombra Mayor .?

Palabras de la poeta Violeta Boncheva - Bulgaria


Dijo, hace aproximadamente un mes, Violeta

La poesía de Silvia Loustau es como un espejo, donde se mira el vuelo de los aves, gotea niebla de oro,donde el tiempo dibuja el rostro de la Soledad, cruzando el silencio. A veces en el fondo del espejo se ve la cara de la Muerte. No todos nosotros tenemos coraje hablar con ella, aunque la Muerte sepa mucho más de nuestra vida...
Gracias, Poetisa!

Violeta Boncheva, Bulgaria
Violeta Boncheva es poeta y traductora. Presidenta del Círculo de Poetas de Bulgaria.

Algunos poemas de Juan G.


Juan Gelman

Cuando entre nosotros hablamos y nos referimos a los poemas de Juan, ya está sobrentendido que hablamos de Juan Gelman. Es casi imposible hablar de su poesía sin referirse de alguna forma a su vida. Este es uno de esos hombres en que vida y actividad creadora van unidas, ambas forman una especie de alianza inseparable. También podría hablarse de una vida complementada por la literatura, y aún más, por la poesía: es en la página en blanco, en el poema, donde parece verdaderamente residir la actividad política, social e intelectual del poeta argentino. Por una poesía ligada al accionar Gelman empieza a publicar en 1956. Su primer libro de poemas se tituló Violín y otras cuestiones y…nunca más paró. Sólo tuvo un periodo “ágrafo”; como el mismo lo define, cuando aparecen los restos de su hijo Marcelo y la depresión no le permitió escribir. Su poesía es una celebración de la palabra.

Mi Buenos Aires querido

Sentado al borde de una silla desfondada,
mareado, enfermo, casi vivo,
escribo versos previamente llorados
por la ciudad donde nací.
Hay que atraparlos, también aquí
nacieron hijos dulces míos
que entre tanto castigo te endulzan bellamente.
Hay que aprender a resistir.

Ni a irse ni a quedarse,
a resistir,
aunque es seguro
que habrá más penas y olvido.

Preguntas

Ya que navegas por mi sangre y conoces mis límites
y me despiertas en la mitad del día para acostarme
en tu recuerdo y eres furia de mi paciencia para
mi dime qué diablos hago por qué te necesito quién
eres muda sola recorriéndome razón de mi pasión
por qué quiero llenarte solamente de mí y abarcarte
acabarte mezclarme a tus huesitos
y eres única
patria contra las bestias el olvido

Espera

Te adelantaste mucho, furia,
con tu collar de hielo. Espérame,
voy a entrar en tu casa.
Comés traiciones,
el amargo sabor de los arrepentidos.
Nadie sabe que hicieron con
su pasado, allí iban tristes
de mundo, pensaban
que eran el otro con dolor.
Ahora su culpa es odio.
Dejan caer pedazos de
un veneno sin gracia.

Ana Frank, la eterna adolescente, hubiese cumplido 80 años por Silvia Loustau




El 12 de junio pasado Ana hubiese cumplido 80 años. Había nacido en Frankfurt, Alemania, en 1929

En mi propia bitácora de vida Ana pesó mucho. Su historia fue leída tempranamente y releída infinidad de veces. Mi deseos de justicia, semillas que plantó mi abuelo a siendo apenas una nena de 5 años, me hicieron tomar la causa de Ana como propia.

Cuando, cercana la adolescencia comencé mi Diario, eran carta a Ana. Me acompañó hasta que comencé la Facultad. No sabía que esas extrañas olas que teje y desteje el tiempo me hermanarían en ser perseguida, soy de la generación del ´70, en tener que estar escondida, con los perros de la injusticia lamiéndome los talones.

Hoy quiero, con este poema, rendir mi homenaje a Ana, la eterna adolescente, emblema de una lucha, amiga en el tiempo.

A Ana Frank

te encontré en mi infancia
entre mis propias enfermedades
y catástrofes familiares.
te imaginé paseando / algún domingo /
en una pequeña embarcación /
entre la bruma de Amsterdam /
mientras yo me ahogaba en la niebla
de este sur.
escuché tu voz pequeña /
como envuelta en un pañuelo de seda.
observé
como crecíamos
la piel tan lisa /
de hostia transparente
sobre un pubis que iba anocheciendo.
te perdí y te encontré
entre alambradas
con tu corazón irradiando luz.
te vi
clara / como una estrella entre cristales.
me acompañaste en mis desastres
más incorruptibles/
con dedos de humo
me sostuviste el alma
en los desolados tiempos del chacal.
nos encontraremos algún día /
ostentado nuestro aspecto distraído /
entrando en un bar /
en Ámsterdam o en Buenos Aires /
y nos abrazaremos con todos los amigos /
en un brindis final.

Voces que nos vistan - Alejandro Schmidt ( Córdoba )



Poemas de su libro Videla

Por algo será

No están ni vivos ni muertos
están
allá
debajo del farol
en la casita de Dios

yo lo comprendo
(estábamos vivos y muertos)
una patria era el viento

y a vos
cómo te fue con el caudal
y el camalote
de la sangre derramada
aclamada

por algo será

que los llevaban a galpones musicales
y cantaba el jilguero ay! ay! ay!

tarde


tarde

Bombo

Hoy
día de los santos inocentes
los vecinos han cerrado
una calle del barrio
se sientan
con su año
a la canasta

son los mismos cuerpos que
con un empellón de sangre
echaron al presidente
en la gran ciudad

casi al final de
sidras y restos de comida
allí
en la punta del humo
tres niñas
sentaditas nomás
entre un rumor de bocas y cumbia
comienzan a tocar el bombo

solemnes
atentas

al cielo en la tierra
del barrio
de la patria.

Agradezco A.Scmidt su Libro ; Videla , y su memoria que batalla

Cine y Literatura - Marcel Proust


El tiempo recobrado basado en la obra de Marcel Proust

La lente de la cámara nos muestra una habitación en la que el anciano Marcel Proust (André Engel), en su lecho de muerte, dicta frases de su novela a una secretaria. Como el dictado se hace tan monótono y cansador para el enfermo, debido a su fatiga crónica, solicita el manuscrito para ponerse a escribir él mismo. Luego, en vez de escribir, se dedica a ver con una lupa las fotografías de los personajes que transitó durante su vida, sus padres, sus amores, los barones, duques y demás integrantes de la clase parasitaria y, por fin, el propio Proust, de niño. A medida que esta secuencia se desarrolla (estamos contando los primeros 5 minutos de película nomás), la cámara comienza a realizar un movimiento horizontal de ida y vuelta en que percibimos cómo algunas estructuras de muebles se mueven a distinta velocidad dependiendo de nuestro ángulo de visión y distancia. Al igual que en las grandes obras maestras del arte (usualmente en música o cine), el director chileno Raúl Ruiz nos ofrece en sus primeros compases de celuloide la tónica de los recursos que utilizará durante toda la película. El resto del metraje consiste en una larga sucesión de secuencias con diálogos entre personajes de una nobleza decadente y un recorrido por la vida de Proust, con episodios de su niñez y de su vida adulta, ya como autor medianamente reconocido. De esta manera, en la adaptación al cine del último libro de la extensa À la récherche du temps perdu (En busca del tiempo perdido, 1913 a 1927), Ruiz opta por promover al propio Proust (Marcello Mazzarella) como protagonista, en vez de Charles Swann (protagonista de la novela original), ofreciendo similar sumatoria de conceptos que la novela: homosexualidad (masculina o femenina), arte y snobismo, la música culta y el carácter artístico, la superposición de rostros (ancianos y jóvenes)... Pero por sobre todo está el tema de la memoria en sí, que la película trata de plasmar como una aleatoria divagación en que una percepción (imagen, sonido, sensación) retrotrae al protagonista a otra época. La vida y la muerte, la bondad o la malevolencia, la niñez y la madurez, todos son episodios que viven en la memoria. Viviendo un presente continuo, el ser afronta la realidad en tiempo real y los recuerdos en un tiempo paralelo. De ahí que un episodio que tardó horas en desarrollarse puede ser evocado en un tris. La película opta por la tesis de extenderse el tiempo que sea necesario "en busca de ese tiempo perdido" y Proust se codea con el abiertamente homosexual barón Charlus (John Malkovich, brillante), la eternamente joven Odette (Catherine Deneuve, magnética como siempre), el rebelde Morel (Vincent Perez) o el militarista gay St.-Loup (Pascal Greggory). Entre round y round, hay diálogos sutiles que, en una trama donde virtualmente no ocurre mucho, cobran relevante trascendencia. La película es un magistral acierto en cuanto a ambientación e imaginería visual (mérito del director de fotografía Ricardo Aronovich), sin embargo, plantea un esfuerzo padre para cualquier espectador no familiarizado con la figura de Marcel Proust que se enfrenta a un filme sin una estructura narrativa tradicional y que debe armar un rompecabezas de piezas que no solo no encajan entre sí sino que tampoco son para armar.
Episodios que viven en la memoria. El tiempo recobrado. Director: Raúl Ruiz. Adaptación de En busca del tiempo perdido de Marcel Proust. Francia, 1999. Guión: Raúl Ruiz, Gilles Taurand. Elenco: Catherine Deneuve, Emmanuelle Béart, Vincent Perez, John Malkovich, Pascal Greggory, Marcello Mazzarella, Marie-France Pisier, Chiara Mastroianni. Por Darío Lavia (webmaster de http://www.cinefania.com
*Agradezco la colaboración de: http://letraceluloide.blogspot.com/

Poemas de Nazim Hikmet (1902-1963

( Autoretrato)

Poeta, dramaturgo, novelista y traductor turco, considerado el poeta más universal de su lengua.. Fue objeto de represalias por un artículo contra el sultán y deportado, tras lo cual se exilió en Rusia. Regresa a Turquia y bajo la falsa acusación de "incitación a la rebelión", fue condenado a veintiocho años de cárcel, de los cuales cumplió más de trece. Un importante movimiento internacional, encabezado en 1949 por T. Tzara, se organizó para lograr su libertad. Conseguida ésta luego de una dramática huelga de hambre, prosiguieron las persecuciones y las dificultades, por lo que, enfermo, inició un nuevo exilio en Moscú, hasta su muerte. Su vida y su escritura son un testimonio que irá más allá del tiempo.
Bakú de noche

Noche sin estrellas hasta el pesado mar
noche cerrada y oscura
la ciudad de Bakú es un soleado campo de trigo
Estoy en la colina,
el sol me da de lleno en la cara
se escucha en el aire un preludio de rast que fluye como las
aguas del Bósforo.
Estoy en la colina,
mi corazón es como una balsa
que se aleja en una separación infinita
y va más allá de los recuerdos
hasta el pesado mar sin estrellas
en la noche cerrada y oscura

La ciudad, la tarde y tú

Entre mis brazos estáis desnudas
la ciudad, la tarde y tú
vuestra claridad ilumina mi rostro
y también el olor de vuestros cabellos.
¿De quién son estos latidos
que baten bom bom y se confunden con nuestra respiración?
¿tuyos? ¿de la ciudad? ¿de la tarde?
¿o tal vez son míos?
¿Dónde termina la tarde dónde comienza la ciudad
dónde termina la ciudad dónde comienzas tú
dónde termino yo dónde comienzo?
Me han cerrado todas las puertas...


Me han cerrado todas las puertas
todas las cortinas
ni un pañuelo de azul
ni un puñado de estrellas.
Amor mío, ¿es que va a sorprendernos aquí la muerte
sin que podamos salir de esta ciudad?

Desde el pasado por Odette Alonso desde México



(Finalista del I Certamen de Relato Corto GLBT Hegoak, Bilbao, Vizcaya, España, 2007)

Odette nació en Santiago de Cuba en 1964. Poeta, narradora, ensayista . Cubana radicada en México desde 1992. Odisea Editorial publicó su libro de relatos: "Con la boca abierta" (Madrid, 2006). Su cuaderno "Insomnios en la noche del espejo" (2000) obtuvo el Premio Internacional de Poesía “Nicolás Guillén” 1999. Compiladora de la antología "Las cuatro puntas del pañuelo. Poetas cubanos del exilio y la diáspora", proyecto que obtuvo uno de los Premios 2003 de Cuban Artists Fund (Nueva York). Ha publicado, además, los poemarios Enigma de la sed (Cuba, 1989), Historias para el desayuno (Cuba, 1989), Palabra del que vuelve (Cuba, 1996), Linternas (Nueva York, 1997), Visiones (México, 2000), Diario del caminante (Monterrey, 2003), Cuando la lluvia cesa (Madrid, 2003) y El levísimo ruido de sus pasos (Barcelona, 2006). Actualmente es editora de la Dirección de Publicaciones de la UNAM..
Opina Odette sobre su escritura: En todo caso, el ojo con que he mirado a alrededor y la visión que he trasladado a mi literatura siempre han sido críticos, a veces ácidamente críticos. Las percepciones complacientes no me interesan, me ganan los asuntos conflictivos o el tratamiento conflictuador de los temas amables o aceptados socialmente. Eso ya aparecía en mi poesía —¿recuerdas aquellas re-visiones de personajes y sucesos de la historia clásica de Occidente? Eva, Penélope y Odiseo, Orfeo, Helena, la reina Dido— y también está presente en mi narrativa y en otros textos de corte ensayístico o reflexivo.

Al Santiago de los setenta,
a mis amigos de entonces.


Entran como balazos, como si un prestidigitador los trajera de la nada y los clavara allí, en la bandeja de entrada, uno tras otro, con sus letras negras. Productos para bajar de peso, para alargar el pene, amuletos de la buena fortuna, loterías y relojes falsos. “¿Alguien comprará estas cosas?”, se pregunta mientras los elimina casi al mismo ritmo en que llegan. Entonces ve el nombre. Mariela Gil Alcántara. Saludos desde tu ciudad. Duda unos segundos antes de marcar el mensaje. Sin abrirlo, lee en la parte inferior: “¿Eres tú, Odalis? Anita me dio este correo. Me ilusiona retomar contacto y revivir nuestra vieja amistad. Seguramente recuerdas como nosotras los sábados en Caletón o en la piscina de San Pedro, aquellas tardes en casa de Anita. Bueno, si realmente es tu correo y te llega éste, respóndeme. Un saludo de tu amiga Mariela”.
Claro que lo recuerda. Silvio lo dice en ese mismo instante desde el lector de cidís: Cómo no iba a recordarte si estás ahí desde mi niñez, en un paisaje diferente pero igual, si a todos nos pasó una vez… En una transición extraña, la voz del trovador se va volviendo la de Barbra Streisand, Odalis está en la barra sucísima de la cafetería de Caletón Blanco esperando a que el dependiente le entregue los panes con croqueta que han comprado y sus amigas cantan a coro con el radio de pilas. I am a woman enlove and I do anything, to get you into my world and hold you within… Ella se les une, haciendo malabares con los panes, y avanzan por la arena gritando con esa emoción histérica de los diecisiete años. It’s a right I defend over and over again. What do I do?
Bajo las uvas caleta están los varones desvistiéndose, tirando la ropa en la arena, apurando el licor preparado con alcohol comercial y extracto de menta, corriendo hacia el agua para nadar hasta el laberinto de arrecifes y desprender de la piedra los escarabajos de mar que llevarán como trofeo a las muchachas. Ellas, cantando, I am a woman enlove and I do anything, doblan su ropa y la de los chicos, la acomodan a la sombra, entre las ramas bajas, donde se sientan a inflar la balsa y guardar los panes en bolsas de plástico para que no se les pegue la arena.
Claro que lo recuerda. Mariela sobre la balsa con los ojos cerrados, todo su cuerpo al sol. Y ella tomándole la mano, como al descuido. Entonces sus ojos amarillos, transparentes, de pantera, la miran con una sonrisa tierna y cómplice y es como si todo alrededor desapareciera, los gritos de los amigos, el arrullo de las olas, y sólo quedaran ellas dos en medio de la playa. Hasta que los muchachos voltean la balsa. Mariela cae al agua y se sostiene de su mano para salir a flote y avanzar hacia la orilla entre risas, sorteando el rompimiento de las olas y las cascadas que los chicos les lanzan a la cara.


San Pedro del Mar está sobre un acantilado. Abajo, muy abajo, el océano azulísimo choca contra las rocas, abre cavernas inexplorables. Un muro de piedra separa el hotel del farallón y allí están sentados, mientras se turnan para cambiarse de ropa en las pequeñas casetas que rodean la piscina.
—¿Adónde hay fiesta esta noche? —pregunta Lili.
Un muchacho flaco y rubio recita de memoria una lista de lugares.
—Las de Violeta son las mejores —concluye Anita dejando claro que a ésa irán—, ella tiene los discos de Bonnie M y KC que le trajo su tía del Norte.
—Pero la mamá de Beto deja apagar la luz —dice el rubio con un guiño de picardía que los hace dudar.
Otros dos muchachos se acercan con el pecho descubierto, metiendo sus camisas a la mochila de la que han sacado una botella.
—Hoy es con café —dice el más moreno—; mi primo no pudo llevarse la menta de la fábrica.
El olor del alcohol escapa del recipiente. Las muchachas bailan junto al muro. Daddy, daddy cool, daddy, daddy cool…
—Allí está el guardia —alerta el rubio.
La botella circula con más discreción de mano en mano y es incorporada a la coreografía que también bailan los varones.
—Vayan a cambiarse ya —les ordena Anita y ellas avanzan por el sendero de cemento hasta la caseta.
Ninguna de las dos levanta la vista mientras acomodan la ropa en la banca de madera y se ponen los trajes de baño. Odalis susurra algo en voz tan baja que Mariela le pregunta qué dijo.
—Creo que estoy enamorada de ti —la voz sigue siendo un susurro—. ¿Me oíste ahora?
—Te oí desde la primera vez, pero quería que lo repitieras.
No se atreven a mirarse. Mariela se pega a la pared y Odalis se acerca tímidamente. Se besan por primera vez. Apenas un roce de los labios. La música llega desde el exterior. Whether you’re a brother or whether you’re a mother, you’re stayin’ alive, stayin’ alive. Odalis acaricia sus mejillas y se miran a los ojos largamente. Feel the city breakin and everybody shakin and were stayin’ alive, stayin’ alive…
—¿Salimos? —conmina Mariela tomándole la mano.
Todos los amigos están dentro de la piscina, cantan alzando los brazos. Ah, ah, ah, ah, stayin’ alive, stayin’ alive. Ah, ah, ah, ah, stayin’ alive, alargando hasta el infinito la última palabra.


Las tardes de estudio siempre se convierten en esto: media hora de algoritmos y trigonométricas, luego Anita y Lili escondidas en los cuartos y ellas en el sofá, con el long play de Saturday night fever, siguiendo la letra de las canciones, rozándose la piel ardiente de las piernas. More than a woman, more than a woman to me… Acercan las bocas en medio del canto hasta encontrar los labios de la otra, suaves, sedientos. Alargan el beso, tierno, mientras las manos toman valor para explorar y los cuerpos se deciden a acercarse.
Luego la invitación desde el cuarto de la abuela donde se acostarán las cuatro en la cama grande y se besarán al mismo tiempo sin saber qué hacer con los sexos unidos, con las manos sudadas. Show… how deep is your love?… Recuerda el tropel con que saltan de la cama y salen al patio cuando oyen abrirse la puerta de la calle. La abuela entra con la bolsa del mandado prácticamente vacía; ellas no dejan de reír, nerviosas, mientras la anciana relata las carencias del mercado.
Odalis mira de reojo la foto con Carlos y los niños hace dos veranos, desplaza la flecha del mouse hacia el menú, pide Bloquear remitente. “¿Desea agregar marigil@yahoo.com a la lista de remitentes bloqueados?”. Lo recuerda todo perfectamente. Cómo no iba a recordarlo… Tiene un nudo en la garganta cuando la flecha se posa sobre la palabra “Aceptar” y presiona el botón izquierdo del mouse.


Agradezco a Odette Alonso el envío de este
relato para ser publicado en el Blog

Nubes en el suelo por Silvia Loustau



El silencio en su caída azota mi rostro.
Virginia Woolf (Las Olas)


No sabía porque en sus caminatas juntaba las pequeñas, sedosas piedras que reposaban a orillas del río. Ese río tan cotidiano. A tan pocos metros del fondo de su casa. Atravesar el pórtico verde, deslizarse unos doscientos metros sobre el pasto siempre húmedo y allí estaba. Su líquido espejo. Su amigo que la arrullaba mientras ella pensaba en la señora Dalloway y sus desgracias.
Otras mañanas no pensaba en nada. Sentía el mundo gris pesándole sobre su frágil espalda. Y cada tanto un canto rodado la llamaba. Ella le respondía arrullándolo en los bolsillos de su pollera.
Había conseguido un cuenco de plata y allí iban a parar las piedras. Extraño adorno, opinó Vitta. Nada más.
Pesadillas. Palabras . Palabras y pesadillas la perseguían otra vez. Angustia al despertar. Largos, lentos paseos escuchando los secretos del río, para lograr la calma. Aquella tarde observó las
nubes corriendo sobre el agua. Río espejo. Todo se había invertido, pensó, piedras en el cielo, nubes en el suelo. Todo se había invertido. Y lloró.
A la mañana siguiente rechazó el desayuno que le preparó el ama. Buscó su delantal, aquel que usaba en verano. El de las flores liberty y los amplios bolsillos.
Caminó los doscientos metros que la separaban del río. Mientras tanto los cantos rodados le susurraban mensajes desde el fondo de los bolsillos. Llegó a la orilla. Juntó más piedras. Con parsimonia, casi con religiosidad entró al agua. Despacio. Despacio. Hasta que la cubrió. ■

Taller de Escritura Creativa

TALLER DE ESCRITURA CREATIVA- POESÍA Y NARRATIVA -LECTURA Y ANÁLISIS DE TEXTOS
Dictado por Silvia Loustau

El valor de la palabra. Poesía y Narrativa –Creación personal- Técnicas de corrección de estilo- Selección y análisis de textos.
Movimientos literarios comparados con otras artes.
Grupos reducidos o personalizados - Amplitud horaria.
Corrección de textos – Guía en trabajos de investigación.
También Taller a distancia vía Internet
Interesados comunicarse al TE:(0223) 495-8538
e-mail: syllous@yahoo.com.ar
Antecedentes en el blog www.silvialoustau.blogspot.com o a pedido