31 de octubre de 2008

El Onomástico Ocre


Un 20 de noviembre de 2007, con promesa de lluvía y frío preexistentes, llega a mi correo un blog de fondo ocre, letras en negro, sin piruetas ni cabriolas, engolfado en una sobria sencillez. Un nombre de nombre, sin pirotecnia, más personal; el Blog de Silvia Loustau. Excelente material, una pancarta de presentación (Paul Eluard), poemas a rolete, algunas prosas, diagramado para atraer a los lectores de raza, a aquéllos que abren los blogs para leer y no para ser deslumbrados por las luces malas del centro.

Materiales me llegan todos los días. Un incansable desfile, sin prisa, pero sin pausa, como los blogs... La iniciativa de nuestra corresponsal y colaboradora merecía una lectura circunspecta y atenta. Promesa de lectura no defraudada.

Desde esa víspera de fiestas, cada mes llega, con igual sobriedad, excelente material e interesante, sin desencuadrarse de la norma.

Siempre sencillo, como el susurro mensual de una amiga poeta que envía su mensaje literario a los lectores, que se van sumando intrigados para conocer a esa nueva publicación que no resuella ni gruñe, que acaricia los ojos del lector y lisonjea las exigencias de los devotos que se han ido sumando, número a número, a las huestes que disfrutan del Blog de Silvia Loustau.

Celebro, pues, este primer Onomástico Ocre deseándole a Silvia nuevos logros con sus "...letras en negro, sin piruetas ni cabriolas, engolfado en una sobria sencillez...". ■

Andrés Aldao

Poemas de Silvia Loustau



en la poética hindú un poema es sólo reconocido

como tal por aquellos que tienen corazón.

René Daumal




Poema para Alejandra

te llamo con todos los nombres del mundo.

Guy Rosey

¿Cuál era tu sueño

cuando dejaste esta orilla?

¿Soñabas con una balsa de estribillos a la deriva?

Eras el eco de una flor

un jazmín escondido

entre hojas de un libro de Lautremont.

Una estrella marcó tu destino

de cielo gris.

Eras esa estrella

que transformaste en flor.

La luz se deslizó entre tus dedos

la palabra/ tu palabra

ostentaba un escudo de rocío.

Apagaste la dulzura de la luz

tu luz.

Soñaste sobre el índice del cielo

hundiste tus sueños

entre los últimos copos de la noche

se deslizó una lágrima

sobre Buenos Aires / París.

El día despertó

sin la hija/ Alejandra

la que trepaba palabras

con los pies desnudos.


De mi próximo libro

soltó las correas de los baúles

soltó las trenzas de la memoria

soltó la música escondida

en el altillo de la tristeza

soltó todos los recuerdos

y los hilos atados por Teseo

soltó la luz del fuego

soltó las otras caras del espejo

soltó los demonios las gárgolas y las mariposas

soltó el último adiós

y

se quedó desnuda.


20

solitaria

se ha dirigido al lecho

ha encendido el fuego

de una blanca vela.

su espíritu es un pájaro incansable

que busca y se busca

y presiente

que el perfume del incienso

no es la eternidad.


25

clamaba el viento su voz de sal

arañaba las ventanas y ella desnuda

de recuerdos y estampillas antiguas

sobres de papel amarillento.

lejano el perfume de jazmines y coronas

de trébol entrelazadas en algún violeta

atardecer de infancia. silencio.

sólo el fantasma del silencio miraba

su rostro en el espejo y ella desnuda

quería cubrirse con pétalos

perfumarse con sándalo antiguo

antes de caer dormida envuelta

en los naufragios que murmura el mar.


32

fluyen

las palabras

atraviesan su sangre

vienen desde el ayer

se baten en la oscuridad

de la garganta

se deleitan

pájaros en su nido.

se elevan y borda

un poema descalzo

sobre un fragmento de tiempo.


XV

Las tardes del otoño

huelen a sahumerio de sándalo amarillo.

cortan el sol sobre la espalda

y nos hunden en los senderos de una infancia

crujiente de cerezos

y niños desabrigados que tejían

coronas de trébol.

recuerdan a una niña de pelo cobrizo

que coronada por su abuela

jugaba a ser druidesa.

ahora

los sonidos del otoño

traen la voz de un tenor

/libiamo ne lieti calici/

el perfume de las uvas

la tibieza de las sábanas

y la intensa hoguera

del

amor.


V

la primera lazada

de la urdimbre

une

el cielo / la tierra /

la mujer / el hombre.

con el primer nudo

comienza el espiral

nacer /vivir / morir /

renacer

en

el pájaro

que corta el aire.

(De: Mandala)


VII

en el perfume a madrea del otoño

se encuentran

los cristales rotos

de todos los adioses

y en algún rincón

todos los espejos

guardan

rostros

del ayer.


XXII

la helada ventana del invierno

muestra un cielo de azul meticuloso.

sobre el antiguo mantel de lino blanco

dos copas de cristal

guardan el recuerdo de la noche anterior.

la mujer / descalza / vuelve al lecho/

pronta/ a recobrar el calor/

que guardó entre sus pechos.

(De: Espejo de los días)


Poemas de Juan Gelman



Nació en el barrio de Villa Crespo, hijo de un matrimonio de inmigrantes ucranianos. Sólo marcaré ese dato, el resto se sabe.He elegido tres poemas de un libro que me acompañó en los años del silencio. Silvia






Invierno
Después de haberte amado,
tu vientre ilumina todavía la oscuridad, el cansancio,
la noche refugiada en la pieza.

El silencio ha temblado por nosotros
como los pies descalzos de este invierno de pobres,
en tus brazos aún quedan rostros de amor abandonados,
después de haber amado
regresamos al fuego, la furia, la injusticia.

En la ciudad que gime como loca
el amor cuenta bajito
los pájaros que han muerto contra el frio
las cárceles, los besos, la soledad, los días,
que faltan para la revolución

La victoria

En un libro de versos salpicado
por el amor, por la tristeza, por el mundo,
mis hijos dibujaron señoras amarillas,
elefantes que avanzan sobre paraguas rojos,
pájaros detenidos al borde de una página,
invadieron la muerte,
el gran camello azul descansa sobre la palabra ceniza,
una mejilla se desliza por la soledad de mis huesos,
el candor vence al desorden de la noche.

Ausencia de amor
Cómo será me pregunto.
Cómo será tocarte a mi costado.
Ando de loco por el aire
que ando que no ando.

Cómo será acostarme
en tu país de pechos tan lejano.
Ando de pobrecristo a tu recuerdo
clavado, reclavado.

Será, ya como sea.
Tal vez me estalle el cuerpo todo lo que he esperado.
Me comerás entonces dulcemente
pedazo por pedazo.

Seré lo que debiera.
Tu pie. Tu mano.

Poemas de Anna Ajmatova


(1889-1966- Odessa)

Silenciada en la época del stalinismo. A partir de los años 70´el mundo la consagró como la mayor poeta rusa de este tiempo.Nunca he dejado de escribir poemas. En ellos encuentro todo lo que me une a mi tiempo, a la vida de mi pueblo.Soy feliz por haber vivido en estos años y ser testigo de sucesos únicos…dijo y escribió a pesar de todo. Silvia



Tarde azul

Los vientos dulcemente han cesado.

Una luz viva me conduce a casa.

En el camino pienso: ¿quién me espera

allá?

¿Quizás mi amigo, acaso mi amante furtivo?...

En la terraza veo una silueta conocida.

Se escucha apenas una tenue conversación.

Hasta la fecha nunca había conocido

Una languidez tan seductora.

Los álamos murmuran ansiosos

Porque han soñado tiernos sueños.

El cielo tiene un color de acero azulado

Y las estrellas se ven pálidas y opacas.

Llevo un ramo de blancos alhelíes

Para esconder en ellos el fuego secreto.

Quien los tome con modestia

Tocará la cálida palma de la mano.


S/T

¿En qué es peor este siglo a los anteriores ´?

Acaso en la embriaguez de la tristeza y la

zozobra.

Que ha tocado la llaga más dolorosa

Pero no ha podido curarla.

Al poniente, el sol todavía resplandece

Y los techos y las casas aún brillan.

Aquí la muerte marca las casas con cruces

Y los cuervos, a lo lejos vuelan.


S/T

Yo no soy adivina, en lo absoluto.

Mi vida es límpida, como un riachuelo.

Sencillamente no me dan ganas de cantar

Al son de las llaves carcelarias.


S/T

Unos caminan por un camino recto,

Otros caminan en círculo.

Añoran el regreso a la cima paterna

Y esperan a la amiga de otros tiempos.

Mi camino, en cambio, no es ni recto, ni

curvo.

Llevo conmigo el infortunio.

Voy hacía ninguna parte.

Como un tren hacía el abismo


Alejandra Pizarnik ( 1936-1972)

Su poesía y su prosa han marcado una generación. Y seguirá iluminado con su palabra .Esa es la razón que hoy la elijo para que nos acompañe, niña de pájaros celestes.






Poema para el padre

Y fue entonces

que con la lengua muerta y fría en la boca

cantó la canción que le dejaron cantar

en este mundo de jardines obscenos y de sombras

que venían a deshora a recordarle

cantos de su tiempo de muchacho

en el que no podía cantar la canción que quería cantar

la canción que le dejaron cantar

sino a través de sus ojos azules ausentes

de su boca ausente

de su voz ausente.

Entonces, desde la torre más alta de la ausencia

su canto resonó en la opacidad de lo ocultado

en la extensión silenciosa

llena de oquedades movedizas como las palabras que escribo.


Tu voz

Emboscado en mi escritura

cantas en mi poema.

Rehén de tu dulce voz

petrificada en mi memoria.

Pájaro asido a su fuga.

Aire tatuado por un ausente.

Reloj que late conmigo

para que nunca despierte.


Te hablo

estoy con pavura

hame sobrevenido lo que más temía.

no estoy en dificultad:

estoy en no poder más.

No abandoné el vacío y el desierto

vivo en peligro.

tu canto no me ayuda.

cada vez más tenazas,

más miedos

más sombras negras


Poemas de Paul Eluard (Saint Denís. Francia,1895-1952)





Paul Eluard, sus poemas estuvieron en el primer número del blog. Es uno de los poetas que marcaron mi camino. Y está en mi memoria noches de invierno, años de la facultad, allá en La Plata, leyéndolo en voz alta con una compañera de estudio…esas compañeras que me fueron arrebatadas por la garra genocida.Silvia

.



Al alba te amo

Al alba te amo tengo toda la noche en las venas

Toda la noche te he contemplado

Tengo que adivinarlo todo me siento seguro en las tinieblas

Ellas me conceden el poder

De envolverte

De sacudirte deseo de vivir

En el seno de mi inmovilidad

El poder de revelarte

De liberarte de perderte

Llama invisible de día.

Si te vas la puerta se abre hacia el día

Si te vas la puerta se abre hacia mí mismo.


Bella y semejante

Un rostro al fin del día


Una cuna entre las hojas muertas del día

Un ramo de lluvia desnuda
Todo Sol oculto
Toda fuente de los espejos en el fondo del agua
Todo espejo de los espejos rotos

Un rostro en las balanzas del silencio
Un guijarro entre otros guijarros
Por las frondas de los últimos resplandores del día
Un rostro semejante a todos los rostros olvidado


Y una sonrisa

La noche nunca es total

Siempre hay ya que lo digo

Ya que lo afirmo

Al final de la pena una ventana abierta

Iluminada

Siempre hay un sueño que vela

Hay deseos y hombres para contentar

Un corazón generoso

Una mano tendida una abierta

ojos atentos

Una vida la vida para compartir


Poemas de Violeta Bocheva de El Ombligo de la luna


Nacida en el país de la rosas, Bulgaria, Violeta es poeta y traductora de poetas de habla castellana.Ha escrito cinco poemarios y dos libros en prosa.La elegí para que nos acompañe porque su poesía camina por la calle de la nostalgia y es una amiga que acercó el mar de la palabra. Silvia.



La calle de la nostalgia

La calle aquella la nombran Nostalgia:

por ella caminaba

y yo a su lado.

La atravesaban los paraguas verdes de las frondas,

pisadas de gato,

trompetas también.

Era el centro del mundo, esa calle

que bajo sus sombras me paseaba.

En ella recogía limones menudos,

debajo de su sombrero un viejo me hacía señas con la mano.

Ahora soy como una calle:

me atraviesan las ruedas del pesar.

Mi corazón, ese perro extenuado,

no cesa de arrastrarme hacía atrás

e implorar…



Aguas adentro

Habremos de callar junto a los peces

o buscar un recuerdo en la arena lavada,

habremos de atravesar el bosque receloso

las veredas invadidas de hierba :

el tronco seco del pesar

podrás acaso arrancar de raíz

para tallar la barca de la salvación.

Para la vela arrancaremos el satén de una nube

y arribará el viento

que sólo tú conoces,

con el cual te mecías en las ramas de la infancia

hasta la Otra vida

y aún más allá .

Ahora atrapo el viento sólo en mis pensamientos,

tus cabellos son el bosque espeso

que se aleja

y tu camisa,

el Azul lago

que a nado jamás he de cruzar.


Cartas


Julio Cortazar – De: Rayuela (Cáp. 32)

Carta de La Maga al bebé Rocamadour

Julio: recuerdo que tuve un long play (¿te acordás?) en que vos contabas que nevaba sobre Paris y estabas usando un polo negro. Y tu voz de erres arrastradas y guturales contaba de los cronopios, de la autopista del sur, Torito y en un momento leías la carta de La Maga al bebé Rocamadour y alguna vez lloré escuchándola, hasta creo que olí el perfume del borsch. Fuiste gran compañía Cronopio Mayor. Silvia


Bebé Rocamadour, bebé, mon bebé. Rocamadour:


Rocamadour, ya sé que es como un espejo. Estás durmiendo o mirándote los pies. Yo aquí sostengo un espejo y creo que sos vos. Pero no lo creo, te escribo porque no sabes leer. Si supieras no te escribiría o te escribiría cosas importantes. Alguna vez tendré que escribirte que te portes bien o que te abrigues. Parece increíble que alguna vez, Rocamadour. Ahora solamente te escribo en el espejo, de vez en cuando tengo que secarme el dedo porque se moja de lágrimas. ¿Por qué, Rocamadour ? No estoy triste, tu mamá es una pavota, se me fue al fuego el borsch que había hecho para Horacio; vos sabés quién es Horacio, Rocamadour, el señor que el domingo te llevó el conejito de terciopelo y que se aburría mucho porque vos y yo nos estábamos diciendo tantas cosas y él quería volver a París; entonces te pusiste a llorar y él te mostró como el conejito movía las orejas; en ese momento estaba hermoso, quiero decir Horacio, algún día comprenderás, Rocamadour.

Rocamadour, es idiota llorar así porque el borsch se ha ido al fuego. La pieza está llena de remolacha, Rocamadour, te divertirías si vieras los pedazos de remolacha y la crema, todo tirado por el suelo. Menos mal que cuando venga Horacio ya habré limpiado, pero primero tenía que escribirte, llorar así es tonto, las cacerolas se ponen blandas, se ven como halos en los vidrios de la ventana, y ya no se oye cantar a la chica del piso de arriba que canta todo el día Les amants du Havre. Cuando estemos juntos te lo contaré, verás. Puisque la terre est ronde, mon amour t'en fais pas, mon amour, t'en fais pas...Horacio la silba de noche cuando escribe o dibuja. A ti te gustaría, Rocamadour. A vos te gustaría, Horacio se pone furioso porque me gusta hablar de tú como Perico, pero en el Uruguay es distinto. Perico es el señor que no te llevó nada el otro día pero que hablaba tanto de los niños y la alimentación. Sabe muchas cosas, un día le tendrás mucho respeto, Rocamadour, y serás un tonto si le tienes respeto. Si le tenés, si le tenés respeto, Rocamadour.

Rocamadour, madame Irène no está contenta de que seas tan lindo, tan alegre, tan llorón y gritón y meón. Ella dice que todo está muy bien y que eres un niño encantador, pero mientras habla esconde las manos en los bolsillos del delantal como hacen algunos animales malignos, Rocamadour, y eso me da miedo. Cuando se lo dije a Horacio, se reía mucho, pero no se da cuenta de que yo lo siento, y que aunque no haya ningún animal maligno que esconde las manos, yo siento, no sé lo que siento, no lo puedo explicar. Rocamadour, si en tus ojitos pudiera leer lo que te ha pasado en esos quince días, momento por momento. Me parece que voy a buscar otra nourrice aunque Horacio se ponga furioso y diga, pero a ti no te interesa lo que él dice de mí. Otra nourrice que hable menos, no importa si dice que eres malo o que lloras de noche o que no quieres comer, no importa si cuando me lo dice yo siento que no es maligna, que me está diciendo algo que no puede dañarte. Todo es tan raro, Rocamadour, por ejemplo me gusta decir tu nombre y escribirlo, cada vez me parece que te toco la punta de la nariz y que te reís, en cambio madame Irène no te llama nunca por tu nombre, dice l'enfant, fíjate, ni siquiera dice le gosse, dice l'enfant, es como si se pusiera guantes de goma para hablar, a lo mejor los tiene puestos y por eso mete las manos en los bolsillos y dice que sos tan bueno y tan bonito.

Hay una cosa que se llama tiempo, Rocamadour, es como un bicho que anda y anda. No te puedo explicar porque eres tan chico, pero quiero decir que Horacio llegará en seguida. ¿ Le dejo leer mi carta para que él también te diga alguna cosa ? No, yo tampoco querría que nadie leyera una carta que es solamente para mí. Un gran secreto entre los dos, Rocamadour. Ya no lloro más, estoy contenta, pero es tan difícil entender las cosas, necesito tanto tiempo para entender un poco eso que Horacio y los otros entienden en seguida, pero ellos que todo lo entienden tan bien no te pueden entender a ti y a mí, no entienden que yo no puedo tenerte conmigo, darte de comer y cambiarte los pañales, hacerte dormir o jugar, no entienden y en realidad no les importa, y a mí que tanto me importa solamente sé que no te puedo tener conmigo, que es malo para los dos, que tengo que estar sola con Horacio, vivir con Horacio, quién sabe hasta cuándo ayudándolo a buscar lo que él busca y que también buscarás, Rocamadour, porque serás un hombre y también buscarás como un gran tonto.

Es así, Rocamadour: En París somos como hongos crecemos en los pasamanos de las escaleras, en piezas oscuras donde huele a sebo, donde la gente hace todo el tiempo el amor y después fríe huevos y pone discos de Vivaldi, enciende los cigarrillos y habla como Horacio y Gregorovius y Wong y yo, Rocamadour, y como Perico y Ronald y Babs, todos hacemos el amor y freímos huevos y fumamos, ah, no puedes saber todo lo que fumamos, todo lo que hacemos el amor, parados, acostados, de rodillas, con las manos, con las bocas, llorando o cantando, y afuera hay de todo, las ventanas dan al aire y eso empieza con un gorrión o una gotera, llueve muchísimo aquí, Rocamadour, mucho más que en el campo, y las cosas se herrumbran, las canaletas, las patas de las palomas, los alambres con que Horacio fabrica esculturas. Casi no tenemos ropa, nos arreglamos con tan poco, un buen abrigo, unos zapatos en lo que no entre el agua, somos muy sucios, todo el mundo es muy sucio y hermoso en París, Rocamadour, las camas huelen a noche y a sueño pesado, debajo hay pelusas y libros, Horacio se duerme y el libro va a parar abajo de la cama, hay peleas terribles porque los libros no aparecen y Horacio cree que se los ha robado Ossip, hasta que un día aparecen y nos reímos, y casi no hay sitio para poner nada, ni siquiera otro par de zapatos, Rocamadour, para poner una palangana en el suelo hay que sacar el tocadiscos, pero donde ponerlo si la mesa está llena de libros. Yo no te podría tener aquí, aunque seas tan pequeño no cabrías en ninguna parte, te golpearías contra las paredes. Cuando pienso en eso me pongo a llorar, Horacio no entiende, cree que soy mala, que hago mal en no traerte, aunque sé que no te aguantaría mucho tiempo. Nadie se aguanta aquí mucho tiempo, ni siquiera tú y yo, hay que vivir combatiéndose, es la ley, la única manera que vale la pena pero duele, Rocamadour, y es sucio y amargo, a ti no te gustaría, tú que ves a veces los corderitos en el campo, o que oyes los pájaros parados en la veleta de la casa. Horacio me trata de sentimental, me trata de materialista, me trata de todo porque no te traigo o porque quiero traerte, porque renuncio, porque quiero ir a verte, porque de golpe comprendo que no puedo ir, porque soy capaz de caminar una hora bajo el agua si en algún barrio que no conozco pasan Potemkin y hay que verlo aunque se caiga el mundo, Rocamadour, porque el mundo ya no importa si uno no tiene fuerzas para seguir eligiendo algo verdadero, si uno se ordena como un cajón de la cómoda y te pone a ti de un lado, el domingo del otro, el amor de la madre, el juguete nuevo, la gare de Montparnasse, el tren, la visita que hay que hacer. No me da la gana de ir, Rocamadour, y tú sabes que está bien y no estás triste. Horacio tiene razón, no me importa nada de ti a veces, y creo que eso me lo agradecerás un día cuando comprendas, cuando veas que valía la pena que yo fuera como soy. Pero lloro lo mismo, Rocamadour, me equivoco, porque a lo mejor soy mala o estoy enferma o un poco idiota, no mucho, un poco pero eso es terrible, la sola idea me da cólicos, tengo completamente metidos para adentro los dedos de los pies, voy a reventar los zapatos si no me los saco, y te quiero tanto, Rocamadour, bebé Rocamadour, dientecito de ajo, te quiero tanto, nariz de azúcar, arbolito, caballito de juguete .


El mundo mágico de Marosa Di Giorgio

Marosa Di Giorgio (Salto, 1932-Montevideo 2004).Su mirada nacida de ojos soñadores de maravillas, como los de Alicia, difiere de la se sus contemporáneos. Su voz se corresponde con la de Lewis Carroll en el poema del prólogo de Alicia a través del Espejo: no tocaré con el aliento de la tristeza la delicia de nuestro cuento de Hadas.Uno, de esta manera, dos autores, a los que recurro con frecuencia. Por su magia la invité. Silvia

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Llueve.
Sobre el jardín cae la lluvia. Mi madre tiene visitas. Yo estoy entre estas cuatro paredes. Llueve. Tendría que leer a Edgar Poe y a Dylan Thomas, “el día de mi cumpleaños empezó con pájaros de agua”, y Edgar Poe y al más inmemorial de mis años. Pero, esto quieta. Llueve.Sobre ese aparador corren las ratas. Oigo su siseo, más próximo que el de la lluvia, en torno a las masitas, a las caricaturas dulces, a las Auxiliadoras de bombón.
A lo lejos mi madre habla de guerras y amoríos bien y mal hay otras gentes.
Yo nací sola.Tengo una copa de caña y este arco iris, por ahora.

(De: Papeles Salvajes)
Imagen: Indiana Pizzorno

365 Soles


Han pasado 365 soles desde la primer aparición del blog.Hablado, arrullado, trabajado junto a Jorgelina.Impulsado en el deseo por la palabra animosa de amigos como Andrés Aldao. Mi página ocre desea ser la voz de las buenas letras.De poetas y narradores que iluminan los silencios. Como dice Oliverio: gracias /gracias por la ebriedad/ por el aire/ la piel/por el absurdo de/ hoy y de mañana.Gracias por estar ahí, del otro lado, mágicamente, leyéndonos. Silvia