20 de diciembre de 2007

Poemas Paul Eluard



Y UNA SONRISA



La noche nunca es total
siempre hay ya que lo digo
ya que lo afirmo
al final de la pena una ventana abierta
iluminada
siempre hay un sueño que vela
hay deseos y hombres para contentar
un corazón generoso
una mano tendida una abierta
ojos atentos
una vida la vida para compartir.


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NOSOTROS DOS

Nosotros dos teniéndonos de las manos
y en cualquier lado nos creemos en nuestro hogar
bajo el árbol tierno bajo el cielo negro
bajo todos los techos cerca del fuego
en la calle vacía a pleno sol
en los vagos ojos de la multitud
al lado de los cuerdos y de los locos
mezclados con los niños y con los grandes
somos nosotros mismos la evidencia
los que se aman se creen siempre en nuestro hogar.
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DE: LA MUERTE EL AMOR LA VIDA


los hombres están hechos para oírse
para entenderse para amarse
tienen hijos que serán padres de hombres
tienen hijos sin hogar y sin patria
que reinventarán el fuego
que reinventarán los hombres
y la naturaleza de la patria
la de todos los hombres
la de todos los tiempos.





Paul Eluard




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BREVES DATOS BIOGRÁFICOS


PAUL ELUARD (1895-1952) seudónimo de Eugéne Grindel. pota francés .Poeta de un hondo lirismo metafísico y al mismo tiempo humanamente patético formó parte de las vanguardias de los movimientos poéticos de la época. Primero dadaísta y luego primera figura del surrealismo.
Perteneciente al partido Comunista Francés durante la II guerra Mundial perteneció a los grupos maqui de la Resistencia.
Entre sus obras se cuentan El libro Abierto, Recuerdo de la casa de los locos, El duro deseo de durar.
Muere a los 43 años víctima de la tuberculosis.

Poema de Lawrence Ferlinghetti

Cristo se bajó



Cristo se bajó

de Su Árbol desnudo

este año

y huyó a donde

no hubieran árboles de navidad arrancados



Cristo se bajó

De su árbol desnudo

Y huyó a donde

No hubiera árboles de navidad dorados

ni árboles de Navidad plateados

ni árboles de Navidad de papel de estaño

ni árboles de Navidad de plástico rosado

ni árboles de Navidad de oro


ni árboles de Navidad negros

ni árboles de Navidad celestes

adornados con velitas eléctricas de lata

y tíos pesados y creídos




Cristo se bajó

de su Árbol desnudo

este año

y huyó a donde

ningún intrépido vendedor ambulante de Biblias

recorriera el países

en un cadillac de dos tonos

y donde ningún nacimiento de Sears Roebuck

completo con niño de plástico y pesebre

llegara por correo certificado

el niño con entrega inmediata

y donde los Magos de televisión

no cantaran alabanzas al Whisky Lord Calvert



Cristo se bajó

de su árbol desnudo

este año

y huyó a donde

ningún gordo desconocido y bonachón

vestido de franela roja

con barba de mentira

caminara haciéndose pasar

por una especie de santo del Polo Norte

a través del desierto de Belen Pennsylvania

en un trineo Volkswagen

arrastrando por renos retozones de Adirondack

con nombres alemanes

y cargado de sacos de Humildes Regalos

de Sacks de la Quinta Avenida

para el Niño Dios que cada uno se imagina



Cristo se bajó

de su árbol desnudo

este año

y huyó a donde

los cantadores de villancicos de Bing Crosby

no lloriquearan que la Nochebuena es fría

y los ángeles del radio City

no patinaran sin alas

en un país de las maravillas todo nevado

entrando a un cielo de alegres cascabeles

diariamente a los 8:30

con matinés de la Misa del Gallo



Cristo se bajó

de su árbol desnudo

este año

y se fue a refugiar silenciosamente en

el vientre de una anónima María otra vez

donde en la noche oscura

del alma anónima de cada uno

el espera otra vez

una inimaginable

e imposible

inmaculada Reconcepción

la más loca

de las Segundas Venidas


Lawrence Ferlinghetti

-Extraído de Artesanías Literarias con autorización de Andrés Aldao

Poemas Silvia Loustau


XXXIII


la arena
del tiempo
sube
trepando entre los dedos.
vuelve a descansar
en la palma de la mano.
no ha cambiado
se estuvo transformando
en
lo que
siempre
fue.




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XXVII

Le construyeron una torre / a orillas del río que divide
el mar ./ no suponían que ella aprendería el lenguaje de los
pájaros. / en algún tiempo tuvo forma de ave y aprendió
el arte del vuelo. / cada día sobrevolaba el mar / danzaba en giros blancos y grises / de plata incandescente. / aquellos de vista penetrante alcanzaban a ver el resplandor del pájaro blanco.
ella supo que volvería el tiempo / cuando la señalarían / dichosos /
cantando / allí está / allí vuela / está entre
nosotros
la memoria.

SILVIA LOUSTAU

( Del libro : MANDALA )

Textos de Eduardo Galeano




1976, BUENOS AIRES:Largo viaje sin movernos



Ritmo de pulmones en la ciudad que duerme. Afuera hace frío.
De pronto, un estrépito atraviesa la ventana cerrada. Me hundís las uñas en el brazo. No respiro. Escuchamos un barullo de golpes y puteadas y el largo aullido de una voz humana.
después silencio.
- ¿No te peso ´? –
Nudo marinero.
Hermosuras y dormideces más poderosas que el miedo.
Cuando entra el sol, parpadeo y me desperezo con cuatro brazos. Nadie sabe quien es el dueño de esa rodilla, ni de quién es este codo o este pie, esta voz que murmura buen día.
Entonces el animal de dos cabezas piensa o dice o quisiera:
- A gente que se despierta así, no puede pasarle nada malo.


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VENTANA SOBRE UNA MUJER/ 3


Nadie podrá matar aquel tiempo, nadie nunca podrá; ni siquiera nosotros. Digo: mientras estés, donde estés, o mientras esté yo.
Dice el almanaque que aquel tiempo, aquel tiempito, ya no es; pero esta noche mi cuerpo desnudo te está transpirando.





EDUARDO GALEANO



Textos Cortos de Mónica Aramendi

DESAFIO



Con firmeza la tomó entre sus manos.
La muñeca torcida, el puño cerrado. El metal se revolvió entre sus dedos. Levantó el brazo con lentitud.
Sus dientes temblaron. Una puteada partió el aire y abrió los labios
en un grito.
Los fideos quemaban más que la cuchara.


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UN FINAL


Un temor visceral se le escurrió por entre los dedos, que se pegaron a su cara. Durante todo el día había escuchado los golpes en la puerta.
Ella conocía los sonidos del viento sobre la superficie estéril, el cato árido de las ramas caídas, el susurro que se asomaba a las grietas de una tierra sin raíces. Ningún otro sonido como este golpeteo, desde que “todos los otros seres han muerto “, murmuró con espanto.
Volvieron los golpes.Los mismos tres sonidos, seguros, seguidos. No tenia alternativa. Se dirigió hacia la puerta y abrió.
Frente a ella, en la luna negra de la noche, su figura la reflejó como en un espejo demasiado limpido .Las miradas se encontraron en el mismo punto.
La otra entró.
Ella se acurrucó en un rincón y comenzó a llorar. El primer llanto desde la muerte de todos, de todos menos la suya.
Nadie, aunque quisiera, puede morir sin su alma.


Mónica Aramendi

(Nació en Banfield Prov. de Buenos Aires. Reside en Miramar. Abogada y escritora. Obtuvo el Premio Nacional de Poesía organizado por Editorial Dunken, entre otros)