15 de mayo de 2011

Blog de silvia loustau- mayo 2011-Presentación de Mariposas Rojas Mariposas Ngras en la Feria Internacional del Libro en Buenos Aires




I

en el país del Jade cuando una niña sueña

murmura: quiero pájaros en llamas/ piedras de lapislázuli

el Verbo del Balam dice: tendrás los ojos del Sol Negro/

su aliento/ su cuerpo/el rayo girando en la noche

oirás un canto anónimo /vendrá del mar

y vos niña-ángel serás para siempre

engendradora de sueños.

( de: work in progress)


cuadro de Trafúl.

Descanso en un bar de Palermo y regreso a la palabra

lapalabra yace secreta
extendida en vasto silencio

nombrar es volver a ser
dejar huellas en terrzas sonoras.

silvia - 5 de mayo- regreso a la palabra en un barcito de Palermo

Aquella joven militante...en el puerto de Valparaiso

De las 7 u 8 fotos que se salvaron del naufragio. ¿Qué pensaria yo en ese momento?¿1971 o 1972?Valparaiso, en la novela tiene una fundación mítica, porque solo un habitante del Olimpo podia crear esa ciudad que pende de los cerros.
Trabajamos muy duro alli,fuimos tan felices...allíi dejé a la Lumi y su cumpa, la luminosa Lumi .que este año el poeta Alfonso Freire, quien la conoció me contó que era un importante cuadro del MIR. La Lumi nunca perdia ni la sonrisa , ni la ternura. ¡ Hasta La Victoria, Lumi!

Más fotos y reencuentros

Mariano, uno de los hijos de Gerardo, marxista él, nos sacamos esta foto que entre nosrttros encierra secretos.
Esta foto se podría llamar: la felicidad de estar aquí y ahora.
Con Rubén Sacchi y su compañera Eva, siempre fieles.
Gerardo, compañero y amigo, de La Plata. ahi estamos recordando útopicos tiempos.

Cuadro de Trafúl Alvarez- quien camina por la novela


Trafúl fue la llave mágica que nos abrio las puertas para trabajar durante el verano del 71 y el 72 en las tareas comunitarias por la construcción del Chile socialista. Nada sabía de él sólo que era un militante del MIR, crei que ese no era su nombre, hacía análisis políticos brillantes, bebía como Baco y levanataba la copa diciendo: viva el vino, viva el amor, tocaba la guitarra....lo demás era misterio. Comienza a caminar por mi novela, y como en acto jungiano, me entero su verdadera historia. Conozco a Marta Zabaleta una de sus grandes amigas, voy a Buenos Aires y conozco a Alberto su primo segundo, quien me ha regalado un cuadro del Vikingo(media1,92 y usaba luegas barbas rojas) y as u tía, quien me msotro fotos de Taful bebé.
Mis compañeos , ahora no sólo viven en las paginas de mi novela, sino que voy reencontraçdo la punta del hilo.
Yo misma no salgo del asombro, de o que produce la escritura

Fotos y encuentros

Maria del Carmen de La Plata, no la vei años antes del Golpe, su hija a quien lleva mi nombre(honores de militancia) y yo tratando de escribir.¡ Gracias a la Vida!
Lector de Mariposas Rojas, Mariposas Negras...se van con él
Fran Giardineri, el mago solidario, escucha atentamente¡ Gracias, cumpa, por todo lo que hiciste!

Público en el stand

Palabras del Dr. Alberto Nadra en la presentación de Mariposas Rojas, Mariposas Negras- Feria Intrenacional del Libro de Buenos Aires

Palabras de Alberto Nadra – mayo 2011

Sobre el final de la Feria del Libro, Silvia Loustau me invitó a presentar su bello libro “Mariposas Rojas, Mariposas Negras. Memorias de una militante argentina en Chile, 1970/73”. Les transcribo –palabras más, palabras menos– el texto de mi intervención, aprovechando la publicación para agradecer a quien se atrevió a compartir conmigo el recuerdo de un pasado con tantas similitudes, como imperdonables incapacidades para unirnos en aquellos tiempos.

Qué difícil sintetizar tanto amor, tanta lucha, tanta militancia, tanta vida en un sustantivo y dos adjetivos. Cuánto talento para escribir, simplemente, Mariposas Rojas, Mariposas Negras.

Esto logra Silvia Loustau, quien se presenta a sí misma en la novela como “Mariana”, o “Laura” –su antiguo nombre de militante. Loustau, una poeta y escritora excepcional. Primer Premio de Poesía Ilustrada en La Plata –con Carta a Pablo Neruda– cuando tenía apenas 18 años. Primer Premio de Narrativa del Centro Editor de América Latina (CEDAL), con 19, ante la sorpresa de David Viñas, quien le confesó –azorado al ver aquella casi adolescente recibir el reconocimiento– que el jurado estaba convencido de que el autor de la obra compartía la generación de los evaluadores.

Las introducciones no terminan con ese “alter-ego”, sino que continúan con numerosos “poetas/compañeros”: María Mombrú, su madre poeta, como la describe; Carmen Soler, la misma Margarita Aguirre, entre otros, que ustedes, lectores, tendrán el placer de ir descubriendo entre las páginas. Todos le transmitieron un mensaje que Silvia hizo carne: trabajar, trabajar y trabajar sobre las palabras.

En el libro también aparece Silvia, la militante. Aquella niña que en las primeras páginas encontramos charlando con el abuelo, descubriendo otro sentido para una canción infantil Aserrín, Aserrán…; otro sentido que la marcaría para siempre, al igual que el mandato de aquel viejo anarquista. Así lo vemos en la promesa que le hizo varios años después, cuando dejó su casa natal: “seguiré escribiendo; seré una excelente estudiante; militaré para que la tortilla se vuelva”. Poco después, con 18 años viaja a “construir el socialismo” con Allende, convocada por la magia de Traful, el casi mítico gran vikingo inspirador, un cuadro del MIR. Aparece la Silvia que conmueve a toda la UNLP con su poema “A quien le importa”, seguramente escrito en su Lettera naranja, cuando la masacre de Trelew, el 22 de agosto de 1972. Y también la Silvia que llena los ojos de lágrimas a decanos, profesores y compañeros de estudio en la masiva asamblea universitaria en solidaridad con Chile, después del golpe del 11 de septiembre de 1973.

La vemos crecer como militante, no sólo a través de las sensaciones personales que nos transmite, sino también a través del relato de lo que se lee en los ojos de sus compañeros, de ambos lados de la cordillera.

Y es fundamental que comparta su relato de cómo éramos, como soñábamos, como vivíamos los militantes de aquella época; qué parecidos y qué diferentes a ambos lados de la cordillera. De un lado, con una tradición de nombres de militancia, de diferencia entre casas abiertas u operativas, de documentos


falsos, de la vista entrenada para ubicar la falta de una mirilla, o una salida de emergencia. Y, del otro, todo entusiasmo militante. Sin inocencia; con preparación, pero con una tradición de años sin dictaduras ni medidas para enfrentarlas.

Silvia también nos recuerda, sin pretensiones profesorales –simplemente como vivo testimonio– algunos de los debates acerca de sectarismo, voluntarismo, verticalismo, autoritarismo. No se trata de un mundo idílico; sí de un profundo amor por el pueblo en medio de búsqueda y confusión. Y una consigna que se repite en todo el libro: “Endurecernos, sin perder la ternura”. No todos lo lograron; ni siquiera todos lo buscaron. Pero cruzó a todas nuestras organizaciones. Aún en estos temas ríspidos, Mariposas muestra lo mejor de aquella tensión. Sin ocultar nada. Ni siquiera las pequeñas miserias, anticipando formas y métodos menos neutros; más dolorosos y dañinos. Es fundamental que nos los traiga nuevamente a nuestros días, que lo muestre como testimonios de vida, pues no es tarea fácil explicarlo a quienes no lo vivieron: ese amor y esa furia; esa entrega y ese coraje.

¿Qué más decir del libro que presentamos hoy, con humildad, pese a que merecía una sala y estaría entre los de gran venta si contara con algún guiño, de esta industria brutalmente mercantilizada?

Uds. lo leerán. Deben leerlo. El rojo y el negro tienen muchos sentidos. La tierra arada, negra; el cielo rojo. La movilización de febrero de 1972 de apoyo a Allende como un alborozo de agradecimiento; como mariposas rojas, mariposas negras. Rojo de antorchas, negro de la noche, en la movilización en solidaridad frente al golpe en Chile. Rojo y negro de las pintadas. Rojo el rostro de Neruda; negra su gorra. La bandera del MIR. Siempre –igual que la estrella de las FAR– en el corazón de Silvia. Y el beso de José, que se confunde con una de sus mariposas mientras duerme. Son más, muchos más, que ustedes irán descubriendo mientras lean. Los hay en alegrías y tristezas; en sueños y pesadillas. Todos refuerzan la imagen en nuestras retinas y en nuestro corazón.

Hay una frase esclarecedora del prologuista, Alfonso Freire, quien afirma con precisión “a la chilena”, que se trata de “memorias noveladas” o una “novela memoriada”; de un relato envolvente y polifónico: Digo que esta memoria, es polifónica porque rescata no solo la vida de Silvia, a su abuelo conversando con ella en el patio de la casa, sino la vida de cada una de las personas que la van tocando en su recorrido, dándole nombre y carnadura a cada uno de los rostros que la acompañan desde su viaje de La Plata hasta el mas mínimo compañero con el que se encuentra en su recorrido por la ‘experiencia chilena’. Digo que es polifónica porque a cada hablante se le permite decir en su propia voz, Silvia rescata el nimio gesto que permite que la ternura sea revolucionaria”.

Y un aspecto muy interesante es que no son Salvador Allende, ni Carlos Altamirano, ni Miguel Henríquez, ni Luís Corvalán –íconos de la historia de aquellos días– los que hablan, los que obtienen “nombre y carnadura”. Es el pueblo; el “héroe colectivo”, al decir de Oestherheld. De esta manera, con estas voces, con estas presencias que se van tornando entrañables, repasamos en el encuadre de una obra musical –Primer y Segundo Movimiento, Intemezzo y




Tercer Movimiento– pinceladas de contexto en Argentina, antes de primer y segundo viaje de la autora a Chile: la dictadura de Lanusse; Trelew; los primeros pasos de las FAR y, luego, la unidad en Montoneros; el debate populismo-marxismo; Ezeiza; el camporismo; y el avance del lopezreguismo y las Tres A.

En Chile vivimos la epopeya de los “trabajos voluntarios”; de la juventudes chilena, latinoamericana, y de muchos países del mundo, construyendo o refaccionando escuelas y centros de salud, censando, enseñando, vacunando o brindando primeros auxilios –experiencia que junto a 800 universitarios argentinos me tocó vivir con las “Brigadas Santiago Pampillón” de la FUA. Con la guía de Silvia, recorremos Santiago, Pomaire, Rancagua y la mina El Teniente, Valparaíso (“Una ciudad anfiteatro” o “colgada del cerro”, describe, exquisita, Silvia), Copiapó, las poblaciones y callampas, las “villas” chilenas… Escuchamos a los mapuches en Temuco y vemos la campaña de alfabetización con momentos de inmensa ternura y revelaciones: un poema de Jaques Prevert, o la Odisea de Homero, provocando la imaginación. La pintura, el relato y referencia que la vida demuestra que “los niños dan respuestas de poetas”. “La felicidad es la libertad”, es la conclusión de una niña en la Callampa, luego de charlar y discutir sobre El mal estudiante, de Prevert.

Podemos decir, también, sobre la novela de Silvia, que es una gran historia de amor. Una historia que permite entender la manera en la que se podía amar en aquellos años: intensa y desesperadamente; “como si fuera el último día de nuestras vidas”. La historia de Silvia y su “Flaco”, su “no-casamiento” en Isla Negra –con Margarita Aguirre de testigo, junto a las campanas con que Neruda saludaba a los barcos al pasar. Magia y pesadilla: aquel amor que le arrancó la dictadura, dejando imborrables cicatrices en el alma y en el cuerpo. Y es, también, otra gran historia de amor: la de tantos que están, y que ya no están, por nuestro pueblo y por todos los pueblos que luchan.

Pero Mariposas… es también un rescate de la memoria histórica.

En una reciente ponencia en México, en el 35º aniversario del último golpe de Estado en la Argentina, el politólogo e internacionalista argentino Norberto Emmerich nos dice que necesitamos la memoria histórica para responder las urgencias del presente. No porque estén todas las respuestas; pero en el pasado hay promesas incumplidas y, por lo tanto, el pasado nos habla de cosas que interesan al futuro.

El testigo, el militante, sabe lo que los demás olvidan; y habla porque el crimen, una vez cometido, sólo existe si se conserva en la memoria de los hombres. Alguien, recuerda Emmerich, dijo alguna vez que “nadie está muerto hasta que no lo olvidan”. Nuestros muertos, que sin duda murieron, de alguna forma no están muertos. No solo porque recordamos, sino porque luchamos.

Luchamos como Silvia prometió a su abuelo. Porque Silvia siguió escribiendo, fue una excelente estudiante y milita para que “la tortilla se vuelva”. Cumplió con el abuelo, con Traful, con Ana la Boliviana, con Guadalupe, con los mellizos (Ernesto y Lautaro), con Zeta el chiquillo de la callampa, con Michel, el francés, con Tomás, con Pedro, con la Lumi. También con Alejandro, hoy postrado, a quien sus viejos compañeros parecen haber olvidado. Y por supuesto con José, “El Flaco”.

Y ahora cumple con nosotros al echar a volar estas mariposas que nos acarician el alma.

Gracias, y la palabra es chica a Alberto Nadra, a quien ya no puedo decir dóctor, por es un militante y amigo, que leyyo la novela desmenuzadóla, en la computadora, ya que los libros no llegaban.

compañero, seguiremos trabajando por la liberación y la memria, con mi abrazo, Silvia

Buenos Aires con la tía de Traful, el Vikingo, quien camina por la novela

Bitácora, Silvia Loustau


Sabia que ir a la Feria con Las Mariposas, era mucho más que eso, era el seguro reencuentro con amigos a quienes no veía desde antes del Golpe , era poder armar, un poco más la trama de mi vida.
Iba mas allá de la ardua, pero amada escritura, ese aire necesario para la vida, iba a abrazar parte de mi pasado.
Es por eso que en mi valija y en mi, se gaurdaba la emoción, lo intagible.

Silvia

De : El Primer Movimiento de Mariposas Rojas Mariposas Negras


La novela está divida , no en capítulos, sino , como si fuese música en Movimientos: Primer Moviento, Segundo Movimiento, Intermezzo, Tercer Movimiento y cierra con un poema de Pedro Vianna, quien tambien estuvo en el Chile socialista del Chicho
Es una novela polifónica y tiene un total de 400 páginas.

asi comienza Mariposas

ASERRÍN…ASERRÁN…

aserrín, aserrán

los maderos de San Juan…

cantaba la niña imaginado rayuelas sobre la tierra negra.

los maderos de San Juan

piden pan no le dan

Saltaba en una pierna, como una garza, cerca está el bosquecito de pinos, esa cueva donde apenas penetraba el sol; giró, cerrando los ojos, desplegó los brazos y, ese perfume a resina, se enredó en sus pulmones. La noche anterior la sorprendió el asma.

los maderos de san Juan

piden queso

y

Respira. Respira. Respira.

piden queso les dan hueso

y

les cortan el pescuezo.

Se dejó caer, con los brazos abiertos, sobre la tierra negra - la luz iba y venía –giró sobre si misma; finos dedos rojos arañan el cielo. Negro y rojo.

piden pan no le dan

piden queso

y

les cortan el pescuezo

Se tocó el cuello. A ella nunca le cortarán el pescuezo. Nunca pide helados, ni masas con frutillas rojas, como sus primas (son pedigüeñas, opinaba la abuela).

Nunca tiene hambre. Esta chica es insoportable para que trague un bocado, era el repetido cantito materno. A ella le gustaba cuando su abuelo la llevaba a Las Nieves, y mordía la lámina roja de tomate; el queso derretido de la pizza que se estiraba, se estiraba.

- Anda come, todo lo que comas con gusto no te hará daño – opinaba su abuelo.

den queso

y

les cortan el pescuezo.

canturreaba. Las escapadas a la pizzería eran un secreto entre esa niña menuda y ese hombre delgado, erguido, de mirada azul y penetrante.

Se asomó sobre el tanque australiano, el agua espejaba el cielo rojizo. Mira más allá, habían arado la tierra. Negro.

piden pan no le dan

Cuenta las marcas hechas con tiza sobre un caño negro: catorce .Traza una más: quince, murmuró. Hace quince días ha plantado semillas de girasol/ de lino/ un bulbo de gladiolo/ un esqueje (como dice su abuelo) de geranio. Empuñó la manguera, humedeció sus plantas; los helechos de la abuela, despedían un olor muy intenso, debajo de ellos crecían setas rojas. Ya le han dicho que no las toque; son venenosas.

Camina despacito, hasta la zona de los cerezos. Los cerezos también son de la abuela.

aserrín, aserrán

los maderos de San Juan

piden pan

Tengo que tomar la leche, piensa. Cerca de la casa hay dos canastos, rebosan cerezas. Rojo.

Huele a rosas y cerezas, a tierra negra, húmeda; ve rojo el cielo.

piden queso

y

les cortan el pescuezo

Entra en la cocina. Le gusta ese cubo de hierro negro, que usan en invierno y sus tías cortan rebanadas de pan y todos parecen ratones masticando tostadas finas como hostias.

- Ven a tomar tu jugo – dice el abuelo, preparando su mate, sobre la mesa enorme. (¿Cuántos cabían en aquella mesa, qué solo era para los mayores?).

Bebió despacio el jugo de manzanas. Las manzanitas rojas de la quinta. Saboreó el pan con manteca, rociado de azúcar negra y canela.

piden pan

- ¿Abu, les cortaron el pescuezo por pedir pan?-

- ¿A quienes?-

- A los maderos de San Juan-

- Boberías con San Juan; les cortan el pescuezo a todos los que piden pan –

-¿A los que piden queso también?-

- Mira, Mariana los poderosos, los ricachones, siempre le cortan el pescuezo a quienes piden lo que les corresponde – observa el agua que cae en el centro del mate-Te lo he contado, te lo contó don Pedro Gutiérrez –

(Don Pedro Gutiérrez era otro viejo anarquista, que creo recordar había huido de Chile con su mujer: doña Teresa, y sus hijas: Selva y Amorina; aún recuerdo su cara afilada, sus bigotes negros y en forma de manubrio)

- Pero la abuela dice que Selva y Amorina no quieren trabajar –

-La abuela se deja llenar la cabeza; Selva y Amotina pidieron un sueldo mejor- le tiende un trozo de queso- Come; oye nunca repitas nada si no sabes que es verdad-

- O me cortarán el pescuezo –

- No, mucho peor, pasarás por tonta-

Se enojó.

- ¡La abuela no es tonta!-

- Sí lo es cuando repite lo que le cuenta Pilar, ella habla así porque nunca tuvo que trabajar, ni criar niños-

Enjuagó su vaso y su plato, tal como le habían enseñado, los dejó en el secadero.

Afuera, bajo el sauce, se lavó las rodillas con el agua helada de la bomba, así no me retan, pensó.

Subió a la vieja camioneta Ika que el abuelo usaba para ir a la quinta; en ella trasportaba desde frutas a hierros o maderas y cajas que nunca supo que contenían.

aserrín, aserrán

los maderos de San Juan

piden pan

- No les dan- canturreó el hombre mirando la cinta asfáltica teñida de rojo, como el cielo.

piden queso y

- ¡Les cortan el pescuezo! – entonaron a dúo.

A un costado de la ruta el rojo y el negro formaban bandera.

Afiche- Invitación. Mariposas Rojas, Mariposas Negras

Feria Internacional del Libro Buenos Aires-2011

Y subiendo la cuesta, como canta el Nano Serrat, llegamos con la Novela, Las Mariiposas a la Feria internacional del libro de Buenos Aires.

Gran Jamahiriya por Silvia Loustau



entre tanto guijarro de la orilla

no sabe el mar donde deshacerse

cuándo terminará la infernidad/ la agonía

pájaros de augures negros sobrevuelan

muros milenarios

baille de metralla

fuego sobre la vida irrepetible

qué dificil escribir ultraje

ominosa obertura en las dunas del erg

tropiezo letra a letra

sangre se desmadra

me/nos salpica

nos mojará el cuerpo

nos punzará el alma

trasnformará el anuncio del profeta

mastico pesadillas

huele mal tanto silencio

tanto símbolo vacio.

¿volveran a beber ambrosía?

ni el viento secará el espasmo del desierto

ni cerrará Kismet los ojos de los muertos

y acá el atardecer recorre los cristales

mientras siento la soledad del fuego

y el grito de lucha de los hermanos

de la Gran Jarahiriya.

*Gran Jamahiriya es el nombre histórico de Libia

Gran Jamahiriya por Silvia Loustau- en búlgaro por Violeta Boncheva

Gran Jamahiriya


СИЛВИЯ ЛОУСТАУ

ГОЛЯМАТА ДЖАМАХИРИЯ

между толкова обли камъчето по брега

не знае морето къде да се разбие

кога ще свърши адът на агонията

птици на черни предсказания

прелитат над хилядолетни стени

брайлова азбука от шрапнели

огън върху неповторимия живот

колко трудно е да пишеш оскърбление

гибелна овертюра сред дюните на ерг

спъвам буква с друга буква

кръв безчинства

поръсва ме/ни

ще омокри тялото

ще нарани душите

ще сбъдне предсказанията

на пророка

предъвквам кошмари

лошо мирише тишината

толкова празни символи

ще се върнат да пият амброзия

и нито вятърът ще изсуши

спазъмът на пустинята

нито ще затвори Кисмет

очите на мъртвите

и тук свечеряването

пробожда стъклата

докато чувствам

самота от огъня

и чувам вика за борба

на братята мои

в Голямата Джамахирия

Превод от испански: Виолета Бончева


Violeta Boncheba, mi amiga y traductora al búlgaro

· Violeta, esas poetas de corazón abierto, envió el poema a varioas publicaciones, asi es como ahora está publicado en alemán e inglés.! Thanks , Viola!