Muñeca de trapo
Las caminatas se hacían más largas. Dejaba la villa y andaba la ciudad, asombrada por tantas cosas que no conocía. Recorría las calles fascinada por las casas con jardines, puertas sólidas de madera, ventanas donde colgaban cortinas, o macetas con malvones y flores, mujeres barriendo las veredas.
Su mundo eran los pasillos con barro... Este es otro mundo , pensaba. Fantasías que viajaban en sus ojos agrisados, pibas que volvían de la escuela, los guardapolvos blancos −que fueron envidia y ahora aborrecía... A veces las veía jugar con muñecas, cocinitas y vajilla de plástico, figuritas, cuadernos, libritos e historietas. El corazón se encogía, ellas sonreían. Felices ( cuando se sonríen es porque son felices... ¿y yo... esta negrita fea, patas flacas, dientuda? ¿y yo...? ¿Que buscás, guachita? murmuraba en esos paseos solitarios... ¿qué buscás, ey, qué buscás? Algo, algo lindo, distinto... algo lindo, ¡por dio!.
Ella vivía en el regocijo posible; las otras, desmañadas y suciascomo ella, recorrían las callejuelas de barro y mugre donde todo es sombra y pringue. Donde no hay esperanza y prevalece la ilusión efímera: hoy no, mañana tal vez.
Ese día se topó con un basurero que no conocía... ¡Villera, no revuelvas ni tires al suelo la basura! ¡Andá a la escuela! ¡Fuera, no queremos tus piojos en el barrio! −le dijo la mujer pintona y pintarrajeada con el pucho colgado de sus labios sebáceos.
Ella hurgaba y hurgaba. Una olla vieja y golpeada, un fluorescente roto, zapatos agujereados, basura, basura rancia y podrida. Se fue en silencio, con sus pasos tenues y culpable, convicta de haber nacido. Esta bacana que se piensa, ey? Hija e´puta, le sobra todo.
Escapaba de la rutina, del paco, de la villa, del novio de la hermana mayor que la manoseaba y le hacía poner la mano allí ... Siempre huia de su propia gente, del lodo, de la vida chata copia del día anterior y la de mañana y la de siempre.
Rutina y rutina, hasta esa tarde, en que las primeras sombras pintaban el horizonte del Docke con esos reflejos anaranjados rojizos, cuando las ojotas tropezaron con algo tirado al lado de un basurero. Miró la cosa; la cosa la miró a ella. La recogió del suelo: era una muñeca de trapo. La abrazó... la fue acunando, la besaba; una lágima de nena villera, morosa y tibia, cayó sobre el juguete de trapo, la que otra nena, claro, harta de muñecas, decidió desprenderse.
Llegó a la vivienda de lata, miró a la muñeca, escupió la cara de trapo, agarró la tijera, le sacó los ojos y la cortó en vaporosos pedacitos...Luego se puso a llorar ■
Andrés Aldao
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MANOS
Manos: órgano del cuerpo humano
unido a la extremidad del brazo y
que comprende desde la muñeca
inclusive hasta la punta de los
dedos.
anónimo
Busqué las manos en cada rincón de mi cuerpo. Luego revisé el placard, cada bolsillo externo, recorrí las sillas, las perchas, los cajones, la jaula del canario, las tijeras, la última carta sobre mi escritorio…
He perdido muchas cosas (me distingue la falta de memoria) estoy segura que ayer las tenía como corresponde. También busqué en las sombras de los objetos, aunque fuera para encontrar la doble en la oscuridad del piso y así consolarme.
El camino del jardín me detuvo en el límite de las baldosas con el umbral. El azul boicoteado de nubes se humillaba en el charco contiguo
al escalón. Debajo ya invadiendo la vereda, una rayuela de tiza (solitaria de juegos) dejaba ver mis dedos esparcidos. En el último rectángulo, una niña meciendo a su muñeca, contaba sus dedos en un continuo ir y venir, aprendiéndose las manos.
Susana Trajtenberg
Artista Plástica y escritora
Manos: órgano del cuerpo humano
unido a la extremidad del brazo y
que comprende desde la muñeca
inclusive hasta la punta de los
dedos.
anónimo
Busqué las manos en cada rincón de mi cuerpo. Luego revisé el placard, cada bolsillo externo, recorrí las sillas, las perchas, los cajones, la jaula del canario, las tijeras, la última carta sobre mi escritorio…
He perdido muchas cosas (me distingue la falta de memoria) estoy segura que ayer las tenía como corresponde. También busqué en las sombras de los objetos, aunque fuera para encontrar la doble en la oscuridad del piso y así consolarme.
El camino del jardín me detuvo en el límite de las baldosas con el umbral. El azul boicoteado de nubes se humillaba en el charco contiguo
al escalón. Debajo ya invadiendo la vereda, una rayuela de tiza (solitaria de juegos) dejaba ver mis dedos esparcidos. En el último rectángulo, una niña meciendo a su muñeca, contaba sus dedos en un continuo ir y venir, aprendiéndose las manos.
Susana Trajtenberg
Artista Plástica y escritora
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INRI
La vereda de la fuente, a unos pasos de la catedral, solía inundarse por aquellos años en que la obsesión del cielo se derramaba incontenible. Ese período nos asemejó a Macondo. Las nubes durante dos meses no descansaron un solo minuto.
Cuando todo comenzó a pacificarse y la lluvia sólo era simple pestañeo que flirteaba con un sol escurridizo, la fuente de la peatonal se convirtió en atracción máxima. Dada la riqueza de objetos que naufragaban en su lecho, varios pescadores trataban de enlazar fichas de ajedrez, zapatos de proas rajadas, un poema en sepia titulado La sequía. Lo más insólito:trozos de la catedral navegando con todos sus íconos, como pidiendo auxilio sobre los maderos del INRI.
Susana Trajtenberg
La vereda de la fuente, a unos pasos de la catedral, solía inundarse por aquellos años en que la obsesión del cielo se derramaba incontenible. Ese período nos asemejó a Macondo. Las nubes durante dos meses no descansaron un solo minuto.
Cuando todo comenzó a pacificarse y la lluvia sólo era simple pestañeo que flirteaba con un sol escurridizo, la fuente de la peatonal se convirtió en atracción máxima. Dada la riqueza de objetos que naufragaban en su lecho, varios pescadores trataban de enlazar fichas de ajedrez, zapatos de proas rajadas, un poema en sepia titulado La sequía. Lo más insólito:trozos de la catedral navegando con todos sus íconos, como pidiendo auxilio sobre los maderos del INRI.
Susana Trajtenberg
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CUENTOS DE LA SUEÑERA
240
Los hombres salen del saloon y se enfrentan en la calle polvorienta, bajo el sol pesado, sus manos muy cerca de las pistoleras. En el velocísimo instante de las armas, la cámara retrocede para mostrar el equipo de filmación, pero ya es tarde: uno de los disparos ha alcanzado a un espectador que muere silencioso en la butaca.
70
Con una mueca feroz, chorreando sangre y baba, el hombre lobo separa las mandíbulas y desnuda los colmillos amarillos. Un curioso
zumbido perfora el aire. El hombre lobo tiene miedo. El dentista también.
240
Los hombres salen del saloon y se enfrentan en la calle polvorienta, bajo el sol pesado, sus manos muy cerca de las pistoleras. En el velocísimo instante de las armas, la cámara retrocede para mostrar el equipo de filmación, pero ya es tarde: uno de los disparos ha alcanzado a un espectador que muere silencioso en la butaca.
70
Con una mueca feroz, chorreando sangre y baba, el hombre lobo separa las mandíbulas y desnuda los colmillos amarillos. Un curioso
zumbido perfora el aire. El hombre lobo tiene miedo. El dentista también.
Ana Maria Shua
Escritora y periodista argentina.
estos mini relatos pertenecen a su libro:
LA SUEÑERA
Escritora y periodista argentina.
estos mini relatos pertenecen a su libro:
LA SUEÑERA
2 comentarios:
Todos los éxtos en este nuevo blog. Me gustó mucho todo; textos, imágenes, formato, pero por sobre todas las cosas !QUE EXISTA!.
Un espacio más para la palabra cierta, la poética que subyace en la letra de cada texto.
FELICITACIONES!
Monica1
Aquí estoy otra vez Azpeitia-Zeus-Apolo ocomo tú quieras llamarme. Voy leyendo tu página, ya te he dicho que me gusta lo que leo...seguiré diciendote cosas...azpeitia
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