6 de junio de 2009

Voces femeninas…voces femeninas - Argentina



Maria Teresa Andruetto (Córdoba)

Higos en almíbar

Es en vano comprarlos. Debe uno treparse a una higuera en mitad de la siesta, cuando todos duermen. Y allí dejarse flechar por el follaje inhóspito sin rendirse. Debe uno ir mordiendo esas ocas bajo la planta hasta que los labios ardan. Echar los frutos que no sea capaz de devorar, en una canasta, y después, con la piel lastimada, arrastrarse a la cocina o a cualquier otro oasis de la casa. Dejarlos en remojo es asegurarse de que la maldición no caerá sobre nosotros. Una vez limpios, volcarlos al almíbar que se habrá preparado con agua y azúcar por partes iguales para que sea capaz de sacarles toda aspereza, toda acidez. Si lo hemos hecho bien, los higos quedarán enteros, indemnes a pesar de todo y lejos estará la leche amarga de su escozor de azúcar.

Nelly Vargas Machuca ( Buenos Aires)

¿Qué dicen las palabras?

Sombras imperceptibles escriben sobre la línea blanca, trazos grises.
¿Será la nube sobre la espuma? ¿Serán alas? ¿Serán recuerdos?
Hay un rumor de palabras sumergidas. Algunas emergen, cortando la superficie del silencio. Juegan, parece, las palabras. Urden a viva voz, tramas desasidas del tiempo, restos náufragos de alguna realidad que no pasó a la idea.
Entonces, ¿qué dicen las palabras? Perduran como improntas en la piedra, rastros, cabos sueltos, indicios de su voluntad de ser.
¿Quién puede hablar con retazos de pensamiento? ¿Quién puede descifrarlos?

Mamá no escucha, o escucha cada vez menos. Mamá no ve, o ve cada vez menos.
Mamá no habla, o habla cada vez menos. Sin embargo, mamá es cada vez más mamá. Yo cada vez soy más ella. La espero, porque soy su madre. La guío, porque soy su hija.
Me siento en su silla y dejo que entre las dos afloren signos de nuestra existencia, claves que sólo nosotras conocemos, nombres de familia, momentos esparcidos en un presente intemporal.
La identidad se borra, el ayer es hoy, ser y no ser confunden sus fronteras.

Hay una silla, hay una mujer sentada con la cabeza baja y los labios apretados. Un beso, como de quien todavía no aprendió a besar, o ya lo olvida. Elaborado beso, difícil, pero beso. Y palabras rotas.
Así nos vamos despidiendo.

( De: Tríptico de mi madre)



Diana Laurencich (migrante del mundo. Hoy reside en Mar del Plata)



Iván el Terrible


vi tus ojos en blanco

tus pantalones plateados

tu acordeón inmenso en la catedral vacía



huelga de basureros

era Munich

era gris

era la primavera sin sol



y me enamoré de tus sonidos .

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Tres voves tan diferentes unidas por la belleza en el decir. Buena selección.

Celina Mourelle

Anónimo dijo...

Un gusto leer estas tres voces femeninas, que representan tres momentos diferentes. Un saludo


Andrea Rosas

Danixa Laurencich dijo...

qué honor, qué tremendo honor compartir con estas muchachas este espacio!! merci Silvia!!!
salud compañeras de vida!