29 de julio de 2008

Poema de Andrés Aldao


Para quienes estamos acostumbrados a la excelente narrativa de Andrés Aldao, nos encontramos hoy con un poema de su autoría. Un poema narrativo. El lenguaje juega un rol muy interesante, es el telón de fondo de la historia de Olga, nos ubica en tiempo/espacio, envuelve al yo poético en pasión/ desazón .Olga, Galleguita, pleno de imágenes trascendentes que convierte al lector en testigo del amor y el horror .Un poema con el sentido exacto de lo que debe enunciarse y del silencio elocuente que le debe seguir.S.L

Olga, Galleguita…

“…durante una fracción de segundo su cabeza

alcanza la dulce ingravidez, giró lentamente y

sus ojos recogieron por última vez la engañosa luz de

las estrellas, la última promesa loca de la vida.”

Juan Marsé-La oscura historia de la prima

Montsé



Y aunque te conmovían los tangos,

tu cara fresca me conmovía a mi…y eso me bastaba.

Cometiste el pecado de ser Olga, la Galleguita,

y tu frescura caía sobre mis sueños empapándolos de ilusiones.

Te decía con lasciva angustia que tu pubis

era como un cuadro del renacimiento; y que tus piernas,

pálidas y largas, eran como una llamada de amor indio.

Vos con disgusto me crucificabas:

Andá a joder a otras con esas comparaciones tontas,

y al decirlo recogías tu cabello revuelto por la brisa

Meneabas ese garbo traído de las muñeiras de Galicia,

donde tus viejos se rompieron el lomo gallego.

Y yo disfrutaba tu pantalón ajustado…

Eras un ángel distraído que llegaste a la calle de baldosas sueltas,

quebradas a tu paso taconeando,

en la que gorriones incestuosos se columpiaban

entre esos paraísos que se llevó el tiempo,

arrugados…exhaustos por inviernos tétricos...lúgubres.

Tengo en la retina tus ojos color difuso-almendras,

parpadeando con esa candidez deliberada

que regocijaba mi corazón.

Eras como un frasco pintado sobre una pared de barrio

por un artista muerto de pena y de amor…

Sos un adulador embustero, me decías,

sacudiéndome aquel dedo ten delgado, tan blanco

que yo llamaba aguja de colchonero.

Y entonces te hacías la rata yéndote por largos días,

tan largos y tan tristes me parecían,

que había decidido voltearme y dejarme morir.

Luego, siempre, volvías liada

entre un montón de sonámbulos

sacándome la lengua…

como relamiendo una costra de chocolate.

Reaparecías como un trasgo

envuelta en la niebla que trepaba del Riachuelo,

y yo suspirando,marmota, imberbe

aplanado por una ristra de emociones virginales.

A veces te imaginaba taconeando

como una andaluza metida en esos timbos bochincheros,

mientras tus piernas largas y pálidas llamada de amor indio

se deslizaban entre las burbujas de la tardecita de fantasías y

espejismos,

como para tomar el mate con rosquitas..

o una taza de café renegrido con biscochitos de grasa.

Y a veces pensándote en la cama

arrullados los dos entre las sábanas,

los sexos buscándose con premura e inocencia

para gemir entre vaivenes agónicos e inermes de placer.

Veía a esos tipos desgarbados, Galleguita,

que con estulticia despareja te desnudaban sin bochorno

con miradas concupiscentes…húmedas de deseo.

Y me angustié el día que

sentada en la fonda de la calle Río Bamba

susurraste: me voy Qué qué? que me voy

y no pongas cara de cristo apuñaleado

o de Che Guevara sobre el mármol sucio y frío,

que me voy…

No supe de vos hasta que encontraron

tus piernas largas y pálidas llamada de amor indio,

tu cara fresca y el pubis como un cuadro del renacimiento,

tumbados en ese basural de Docke,

la sangre marchita y negra,

como el alma del violador que te punzó tu garganta,

tan suave, tan bella, tan Olga, Galleguita

Tus ojos color difuso rociados por aquellos lagrimones

que resbalaban con pena, porque vos,

Olga, Galleguita,

fuiste con tus pájaros

a saltar de rama en rama

entre los paraísos de la barriada.

El fresco pintado sobre una pared de barrio

por un artista muerto de amor y pena,

yace atribulado entre velas de colores y lágrimas de yeso.

Ahora ya no te escucho, pucha,

decirme con aquella voz de sonsa:

Sos un adulador, embustero

sacudiéndome aquel dedo tan delgado, tan blanco

que llamaba, entonces, aguja de colchonero.

Y yo quiero dejarme morir, Galleguita

porque acuchillaron a tu inocencia y a la mía la murieron.



7 comentarios:

Anónimo dijo...

Desde aquella joven que estaba abandonando la adolescencia y me traía sus poemas hasta hoy, Silvia querida, la alegria de leerte en lotra lengua.Te quiere

Marucha

Anónimo dijo...

Querida Silvia, sus poemas son siempre un regalo de bellas imágenes y metáforas y haora tiene el honor de ser traducida al caralán por un excelente poeta. La felicita,

Inés

Anónimo dijo...

" esos días de morir o de callarse ", Silvia, sólo ese verso encierra toda una historia. Saludos de


Mónica

Anónimo dijo...

Silvia, siempre es un remanso entrar en tu sitio y hoy me alegro contus poemas traducidos. Un abrazo de,

Roberto

Anónimo dijo...

Silvia, cuánto me alegra que la conozcan en otro idioma. Sus poemas, como siempre, me llegan al corazón. Un abrazo,

Carmen

Anónimo dijo...

Tus poemas ricos en imágenes y metáforas, siempre con la palabra justa, brillan hoy en dos idiomas. Un abrazo de

Javier

Anónimo dijo...

Silvia, su poesía está tan llena de sentimientos. Esperamos que pronto haya otro libro. Un abrazo de


Romina y Maria