30 de septiembre de 2008

Prologo de Mandala


Solo unas palabras


por Osvaldo Picardo


Si existe una diferencia entre lo que llamamos comúnmente "experiencias" y aquello otro que los escritores llaman "experiencia poética", se debería referir a un estado de conciencia como excepción, como singularidad. De modo tal que señalara la intensidad con que se vive algo de nuestras vidas que, luego, se disuelve con las obligaciones y necesidades cotidianas, trayendo irremediablemente el olvido. La poesía,

en ese caso, descubriría para los que la padecen un territorio velado, una gota de tiempo puro en que pasado y futuro dejan de sucederse uno a otro, para dejar vivir la emoción y los sentimientos. Encontrar a un amigo después de un largo tiempo, enamorarse por primera vez o nuevamente, conceder a las lágrimas una razón que la razón no conoce, etc. serían poesía sin palabras, antigua intensidad del hombre hecha para ser compartida aunque no pueda ser expresada. Quizás éste sea uno de los más viejos aspectos de lo poético, su aspecto catártico y hasta terapéutico. Pero no es uno de los aspectos que se aprecie y considere en el ambiente literario, donde el oficio de escribir y la convivencia intelectual con los otros, nos han llevado a valorar otros aspectos que hacen al poema, al texto, a la obra en sí misma. Este hecho no hace menos importante la vieja catarsis de la poesía, su locura y su delirio. "Maniké" la llamaba Platón y dieron testimonio de ella infinidad de poetas.

No tenerlo en cuenta ha sido uno de los motivos por los cuales existe, hoy en día, tanto el desprecio como la indiferencia entre los poetas y el público en general.

Todo esto lo pienso, después de leer este libro ya partir del epígrafe de René Daumal, el poeta de "Poésie noaire, poésie blanche", que ha elegido Silvia Loustau para iniciar su libro: “... un poema es sólo reconocido como tal por aquellos que tienen corazón".

Las lecturas que un poeta hace explícitas a través de la cita suelen ser relevantes para entender su escritura. La sencillez del epígrafe es engañosa como todo lo que llamamos sencillo. El Daumal evocado formo parte de un grupo literario conocido como Los simplistas, que constituyeron parte de la vanguardia francesa, junto a los surrealistas.

Estaban interesados en los fenómenos síquicos, en la psicokinesis, los viajes astrales, las experiencias fuera del cuerpo, los psicofármacos, el marxismo, Freud, el compromiso socio-político, los religiones orientales. Y en el París del 68, muchos graffittis fueron citas de Daumal.

Los poemas que siguen mantienen de alguna manera esa evocación y construyen una mirada personal donde la emoción y el corazón están presentes. Todo e1 libro puede ser considerado un solo poema dividido por números romanos hasta el XXXV, con una intencionalidad formal que acompaña otra de contenido: la búsqueda de la memoria que une la totalidad, como se manifiesta en el tópico del lenguaje de los pájaros y el arte de volar (XXVI). Pero más allá de esto, la memoria aparece como revelación que también es resurrección, exposición, iniciación. Es palabra que evoca el rito y la ceremonia por la que se hace patente que "las palabras que sólo existen en la mente del universal/ no han sido pronunciadas... “(XX). Las palabras se vuelven ojos, mirada que descubre lo sin decir de uno mismo.

William Blake decía una frase maravillosa que me viene bien: "No vemos con los ojos, sino a través de la mirada". La mirada, la posición, la perspectiva que cada uno tiene del torbellino propio de cada cosa y de la época y del mundo. La poesía construye eso que no vemos con los ojos sino a través de una mirada intransferible, que traemos a la vida y nos llevamos, sin que se la sustituya. Finalmente siempre se trata de crear a ese otro que somos y al que nunca dejamos ser del todo.


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