26 de agosto de 2008

Cuento de Ester Mann

Nació en Argentina y reside en Israel desde 1975, cuando debió exiliarse con su compañero y pequeños hijos, perseguidos por la dictadura. Su voz de narradora describe los sentimientos y el pequeño mundo cotidiano con colores evanescentes que atraen al lector. S.L.


Al día siguiente

Se despertó deprimida. Un peso en el pecho, como si hubiera ocurrido algo desgraciado, pero no sabía qué. Se había despertado muy temprano, pero no tenía apuro por levantarse. Sólo la esperaba la mañana vacía. Finalmente, el cuerpo no aguantó más y se vistió, se preparó el mate y hojeó el diario. Lo de siempre: más escándalos en el gobierno, accidentes de tránsito, maridos asesinos, más chicos huérfanos.

Su mente no estaba en el diario, iba reconstruyendo la fiesta paso a paso: los invitados que fueron llegando, la recepción con los bocaditos y botellas de todos los colores, más tarde la cena. Se había sentido ridícula parada a la derecha de la entrada, al lado de la madre de la novia. Alberto y su mujer estaban a la izquierda y cada vez que llegaba alguno de sus numerosos invitados las presentaba: -la madre de Damián, la madre de Flora- Parecía que ellos fueran los protagonistas del casamiento. O tal vez, era ella que se sentía como una intrusa porque no había podido ayudar a Damián con los gastos...

Los pensamientos seguían su curso caprichoso, asociaciones que no tenían ninguna lógica. Alberto estaba más flaco, elegante, a tono con la juventud de su mujer. Hacía años que no lo veía. Desde que los chicos habían terminado el ejército solo hablaban por teléfono cuando era imprescindible. Si, el divorcio le había hecho bien, lo había mejorado, por lo menos fisicamente.

¿Y a ella? ¿A ella también la habia favorecido divorciarse, criar a los hijos y ahora que el último se había casado, quedarse sola y no saber qué hacer con sus días?


-Amanda, valor, este es solo el primer día!- dijo en voz alta y se asustó. Nunca, había hablado sola, ¿las horas inaugurales de su nueva vida y ya empezaba a actuar como una solterona?


Decidió probar algo que leyó en alguna oportunidad. Tomó una hoja de papel y un marcador, y escribió con mayúsculas y subrayado:

VENTAJAS DE VIVIR SOLA

Comenzó a escribir.

1- si quiero puedo desconectar el teléfono,

2- nunca me faltará el agua caliente,

3- nadie me obliga a cocinar,

4- puedo hacer las dietas que se me ocurran,

5- puedo escuchar la música que me gusta y a la hora que quiera,

6- puedo invitar a mis amigas a pasar el fin de semana conmigo,

Con el marcador en el aire, se detuvo, pensando qué más podía anotar...

Sin reflexionar, como si lo hubiera decidido hace tiempo, tomó la cartera, salió de la casa y en la Sociedad Protectora de Animales eligió una linda perrita blanca.


Ester Mann (Argentina - Israel)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

ESTER, UNA NARRACIÓN EXCELENTE E IRÓNICA. yA SALGO A COMPRARME UNA PERRITA BLANCA.

MÓNICA

Avesdelcielo dijo...

Una desazón que se disfraza de ironía.El desarrollo de la narración es escueto y da márgen para que entren varias interpretaciones. Muy logrado.
MARITA RAGOZZA

Anónimo dijo...

Gracias, Ester, por este relato para el blog. Sabés que admiro tu prosa mansa, pero como un mar que engaña, debajo,están las corrientes. Un abrazo de

Silvia

Mónica Elisabeth Sacco dijo...

Hummmm, parece el prólogo de una novela. Policial, para más datos (lo siento, me puede el vicio).
Me quedé con ganas. ¿Hay más?
Me gusta.