Imposible pasar por alto el juicio y condena en Tucumán de dos asesinos aberrantes, cuyos nombres nos ofenden...
Dos “próceres” de la ley de la jungla
Escribir sobre la condena a Bussi y Menéndez, dos prototipos del crimen organizado, la mafia de los uniformados, resulta revulsivo. No agregaré nada a lo que se escribe, resalta, evoca. y condena en estos días. La alegría es hacia afuera, el dolor vive encajado adentro, inamovible, por los torturados, vejados, las violadas, los hijos robados, las familias despedazadas, los millares de desaparecidos. El perdón es un mito, una virtud que en este caso es una vejación a la inteligencia. No quiero volver a todo lo dicho y escrito hasta hoy, e insistir con las mismas campanadas que se han escuchado en los últimos meses.
Han transcurrido 35 años desde los crímenes de Ezeiza, de la actividad criminal de
Y allí están las madres y las abuelas, las que consiguieron lo inverosímil, las pequeñas y frágiles mujeres que derrotaron al “proceso”, descubrieron la cara repugnante y falaz de los mostruos, la magnitud del genocidio, los crimenes de lesa humanidad, sus caras perversas. Las “Sísifas” que pretendían subir con sus rocas al olimpo de la verdad, y caían, una vez tras otra, hasta que, ¡por fin! impusieron su coraje. La persistencia de esas heroínas que llevan en su alma el duelo, la pérdida, el sueño con las tumbas inexistentes de los seres queridos, asesinados por las fieras uniformadas, de los que blasfemaron, humillaron y martirizaron a millares de jóvenes y adultos, y negaron la justicia que se les brinda a ellos.
Silvia Loustau, qué sabe muy bien de qué se trata, ha escrito un texto donde la poesía, el dolor y el luto, la pérdida de queridos amigos, y el esplendor de esas mujeres que están logrando lo imposible: sentar a los asesinos frente a los ojos de sus víctimas y compartir la victoria y la justicia. Andrés Aldao
El árbol de la memoria
A las Madres, a las Abuelas
por la ronda incansable,por
su memoria infinita.
Tucumán, donde flotó - flota - el perfume de los azahares. Tucumán entretejido de Escuelita, Famaillá y alarido. Pueblo dormido, silencioso. Memoria fugaz y miedo frágil. Tucumán hoy acuna a
En la sala del Juzgado un hilo invisible corta el aire. De aquel lado un aire negro de toda negritud. Allí están ellos. Los asesinos. Los chacales.Aún se oirán sus voces, princesas del terror, amigas de la muerte. Lustrarán su última batalla. Ya perdida. Hablarán para la oquedad del desierto. Extenderán, una vez más, su garra mellada sobre el país vulnerado. Pero los enfrentará la melodía insistente de la memoria. Se levantará
Silvia Loustau
4 comentarios:
Uno cuando habla sobre estos tipos le pasa como a vos al escribir, siente asco y rechazo pero por suerte podemos superarlo y a cambio dejar plasmada la memoria y luchar por la justicia. Esta bueno que reflexiones en tu blog, los medios sobre estos temas informan pero pocos reflexionan...seguramente seguiremos en contacto...Maxi Gatti de Hijos del Rigor
Bello y doloroso. La palabra sostendrá la memoria, Un abrazo,
Alejandra
Adhiero a todas y cada una de las palabras.
Gracias por compartir el escrito.
abrazos.
Silvia: tanto tus manifestaciones como las de Andrés llevan ,
internalizadas, el dolor escrito en esa memoria que reflota situaciones. Lágrimas que jamás se van a secar, gritos que nunca se dejarán de escucharse. Todo mi cariño, Laura.
Publicar un comentario