
Dylan Thomas,poeta
Dylan Thomas nació en Swamsea, Gales en 1914.Su imagen, romántica, desgarrada, responde a lo que la imaginación popular espera de un verdadero poeta. Un Maldito, Enfant Terrible de la literatura inglesa.Para un tiempo necesitado de mitos el perfil público de Dylan, gran virtuosismo, recitar sus propios poemas, vida bohemia y mucho alcohol ayudan a crear la leyenda. La poesía de Dylan Thomas desconcierta a la crítica y ejerce un influjo hipnótico sobre sus contemporáneos. Deja una huella inimitable en la literatura de su época.Su estilo es propio. Indiferente a las modas británicas y continentales – por ejemplo el surrealismo. Shakespeare, William Blake y D.H Lawrence son mencionados por él mismo como sus guías. Entre sus obras encontramos: Eighteen poems (1934),Twenty five poems (1936), Selected Poems, Retrato del artista cachorro (1940.novela biográfica) .Sus imágenes alcanzan una belleza difícil de igualar, su lectura es veces críptica, es un poeta muy difícil de ser traducido y se recomienda leerlo en su lengua de origen.Maestro de los juegos de palabras, de creación de neologismos, sustantivos a los que verbaliza, dijo Thomas:”-…quería escribir poesía porque me había enamorad de las palabras…Lo que las palabras representaban simbolizaban, tenía una importancia secundaria, lo que importaba era su sonido cuando las oía por primera vez en los labios de la remota e incomprensible gente grande que, por alguna razón, vivía en mi mundo.
Muere en New York en 1953. S.L
No entres dócilmente en esa buena noche
No entre dócilmente en esa buena noche,
Que al final del día debería la vejez arder y delirar;
Enfurécete, enfurécete ante la muerte de la luz.
Llorando los hombres buenos, al llegar la última ola
POr el brillo con que sus frágiles olas pudieron haber
danzado en una verde bahía,
Se enfurecen, se enfurecen ante la muerte de la luz.
Y los locos, que al sol tomaron al vuelo en sus cantares,
Y advierten, demasiado tarde, la ofensa que le hacían,
No entran dócilmente en esa buena noche.
Y los hombres graves, que cerca de la muerte con la vista
que se apaga
Ven que sus ojos ciegos pudieron brillar como meteoros
y ser alegres.
Se enfurecen, se enfurecen, ante la muerte de la luz.
Y tu, padre mío, allá en tu cima triste,
Maldíceme o bendíceme con tus fieras lágrimas, lo ruego.
No entre dócilmente es esa buena noche.
Enfurécete, enfurécete ante la muerte de la luz.
En mi oficio u hosco arte
en mi oficio u hosco arte
ejercido en la noche en calma
cuando sólo rabia la luna
Y los amantes descansan
Con sus penas en los brazos,
Trabajo a la luz cantora
No por ambición ni pan
lucimiento o simpatías
En los escenarios de marfil
sino por el común salario
de su recóndito corazón.
No para los soberbios aparte
de la rabiosa luna escribo
en estas páginas rociadas
por las espumas del mar
ni para los encumbrados muertos
con sus ruiseñores y sus salmos
sino para los amantes, sus brazos
abarcando las penas de los siglos,
hacen caso de mi oficio o arte.
Las aguas de tu rostro
Donde una vez las aguas de tu rostro
giraron impulsadas por mis hélices, sopla tu áspero fantasma
los muertos alzan la mirada;
donde un día asomaron el pelo de los tritones
a través de tu hielo, el viento áspero navega
por la sal, la raíz, las huevas de los peces.
Donde una vez tus verdes nudos hundieron su atadura
en el cordón de la marea, allí camina ahora
el vegetal destejedor,
con tijeras filosas, empuñando el cuchillo
para cortar los canales en su origen
y derribar los frutos empapados.
Invisibles, tus mareas medidoras del tiempo
irrumpen en las camas galantes de las algas;
allí en torno a tus piedras sombras de niños van, que desde su vacío
lloran ante el mar colmado de delfines.
Secos como la tumba, tus coloreados párpados
no serán aherrojados mientras la magia se deslice
sabia sobre el cielo y la tierra;
habrá corales en tus lechos,
habrá serpientes en tus mareas.