27 de febrero de 2010

POETAS QUE ENCIENDEN LA TEA DE LA MEMORIA


Joseph Brodsky opina que quien escribe sobre su sufrimiento, de la propia catástrofe, en este caso la pérdida de seres amados; hay una escisión entre el ser que sufre y el ser que escribe. El carácter trágico no está en la muerte de las personas, sino en la imposibilidad de que el sobreviviente tome conciencia de esa muerte. En la eterna, dolorosa espera.

Entre los poetas aquí presentados tanto Juan Gelman como Glauce Baldovin han declarado haber pasado por un largo periodo ágrafo ante la aparición de los resto de sus hijos. Luego la palabra continua siendo la tea que nunca se apaga.

Desaparecidos por Mario Benedetti

Están en algún sitio / concertados
desconcertados / sordos
buscándose / buscándonos
bloqueados por los signos y las dudas
contemplando las verjas de las plazas
los timbres de las puertas / las viejas azoteas
ordenando sus sueños sus olvidos
quizá convalecientes de su muerte privada

nadie les ha explicado con certeza
si ya se fueron o si no
si son pancartas o temblores
sobrevivientes o responsos

ven pasar árboles y pájaros
e ignoran a qué sombra pertenecen

cuando empezaron a desaparecer
hace tres cinco siete ceremonias
a desaparecer como sin sangre
como sin rostro y sin motivo
vieron por la ventana de su ausencia
lo que quedaba atrás / ese andamiaje
de abrazos cielo y humo

cuando empezaron a desaparecer
como el oasis en los espejismos
a desaparecer sin últimas palabras
tenían en sus manos los trocitos
de cosas que querían

están en algún sitio / nube o tumba
están en algún sitio / estoy seguro
allá en el sur del alma
es posible que hayan extraviado la brújula
y hoy vaguen preguntando preguntando
dónde carajo queda el buen amor
porque vienen del odio

A Marcelo por Juan Gelman

Estas visitas que nos hacemos,
vos desde la muerte, yo
cerca de ahí, es la infancia que pone
un dedo sobre el tiempo y dice
que desconocer la vida es un error.
Me pregunto por qué
al doblar una esquina cualquiera
encuentro tu candor sorprendido.
¿El horror es una música extrema?
Las penas llevan a tu calor
cantado en lo que soñaste,
las casas de humo donde vivía el fulgor.
De repente estás solo.
Huelo tu soledad de distancia
obediente a sus leyes de fierro.
El pensamiento insiste en traerte y devolverte
a lo que nunca fuiste.
Tu saliva está fría.
Pesás menos que mi deseo,
que la lengua apretada del aire.

Los amigos por Julio Cortazar

En el tabaco, en el café, en el vino,
al borde de la noche se levantan
como esas voces que a lo lejos cantan
sin que se sepa qué, por el camino.

Livianamente hermanos del destino,
dióscuros, sombras pálidas, me espantan
las moscas de los hábitos, me aguantan
que siga a flote entre tanto remolino.

Los muertos hablan más pero al oído,
y los vivos son mano tibia y techo,
suma de lo ganado y lo perdido.

Así un día en la barca de la sombra,
de tanta ausencia abrigará mi pecho
esta antigua ternura que los nombra.

Desaparecidos por Gustavo Garcia Saraví


Tiene que haber un sitio, no sé, en cualquier lugar,
en el fondo del humus,
en la corona de una adelfa,
en el Atlántico, en el vientre
de una tonina, en el polvillo
del aire, en una nube con forma de muchacha
a la que ni siquiera
vemos pasar,
en el final del fuego
llamado tristemente las cenizas,
en el ala de un ángel, en el tercio de un átomo,
debajo de las piedras
lunares, en el caño ya oxidado
de alguna delicada parabellum,
no sé, repito,
en el barro del Tigre,
en el polen prendido de una última abeja,
en la mezcla de cal y adobe
de una pared, semicaída, en una
comisaría de campaña.
Tiene que haber aún un escondite
minúsculo, tal vez,
pintado de celeste, apto
para plantar palomas y efectuar procesiones,
donde su pueda
llevar una pequeña palma
y tocar la mirada interminable
de aquellos procesantes.

Y nosotras por Glauce Baldovin (1928- 1995- Córdoba )

Y nosotras
esta pleyade de madres deambulando por las plazas
removiendo los cimientos del orden
hilvanando a golpes de silencio
los barrotes de una carcel avida que espera
bordando con palomas la mortaja que el asesino prepara
para cubrir la esperanza.
Nosotras ...prodijiosamente unidas
dando los ojos a las que quedaron ciegas
las piernas a las sin rodillas
el corazon a la abandonada
¿que fuerza pudiera arrasar nuestra fuerza?
¿que dolor que tortura lograra apaciguarnos?
Nada pudieron las amenazas
Nada el criminal silencio.

De : Los poetas, ilustrado por Carlos Alonso Primer libro que vuelve a escribir luego de la desaparición de su hijo Sergio.

Su fuego en la tibieza por Alberto Szpunberg


Todo el poder nace de un sueño y de la punta de una flecha
y entre página y página cabe toda la espesura del mundo:
los caballos cruzan los ríos y los montes como si fueran capítulos de un libro
y en medio del combate se abre camino un suave prado
donde el otoño, más allá de los hombres caídos,
más allá de los aceros mellados, empalidece delicadamente el pasto
y ruboriza de amor las mejillas:
todas las ramas del bosque se unen para albergar esta pasión,
todos los arroyos espejan la luz para que llegue hasta el fondo:
entre los árboles aún está el niño que expropia y se enamora y se desangra
y una lluvia de flechas asegura la victoria, implacable como el tiempo,
más terca que la bota que ahora patea el estante.

Para siempre el nombre y la poesía de A.Spunberg estará relacionada con su libro El Che Amor, regalo de mi compañero (asesinado por las huestes de Camps el 20 /XII/76)

Obra de Mabel Pampín

3 comentarios:

Gustavo Tisocco dijo...

Simplemente gracias Silvia, por mantener en alto la Palabra de los que denunciaron, gritaron, amaron.
Gracias además, en este mes tan especial para ti, para todos.
Un abrazo Gus.

Anónimo dijo...

Felicitaciones por este blog, comprometido con la palabra bella y con la Memoria, siempre.

Seba

Anónimo dijo...

Excelente las palabras de presentación, luego los poemas...para abrazarte muy fuerte,
y que continués la tarea que te has propuesto.


J.L.D